jueves, 30 de julio de 2009

Donoso Norma







Debo tejer mi historia

Debo tejer mi historia, con el hilo que forma
El humo del cigarrillo... y como él, se esfuma:
Mi historia, mi tiempo,
Mi largo y pesado vacío...
Vacío lleno de manos extendidas, de gritos silentes,
De días solos, de tintas de anís y canela,
De pócimas que no lograron alivio,
Vacío lleno de melodías que no rimaron,
Y de notas sublimes que no se escribieron.
La nada acompaña el descanso
Del cuerpo tácito sin acentos,
De movimientos sin paréntesis
Y de la parálisis de las ideas...
Marrones, naranjas, amarillos...
Dedos gastados por la erosión
De las caricias que no encontraron piel.
Qué inmenso crecer, que grato inhóspito
El despertar para adentro, cuando el alba se asoma rebelde
A los ojos del sueño.
Qué robusto y grosso el músculo que piensa,
Cuando es flaca y débil la realidad que entorna.
Se deleita y agrieta otra vez, esta casta palidez,
Este siniestro quejido que apresa cuando renace la locura...
Otra vez, dos, uno, cinco, qué importan las horas y medir el tiempo,
Si no tiene medida la premura, si no logro saber donde estoy.
Ningún sitio se hace real cuando estoy así,
Entre el precipicio de mis ideas y el cráter que deja cada caída al vacío.
Necio, impune, injusto y perverso es, estar conmigo cuando no me encuentro.
Dónde caí? Huellas, sólo huellas siento,
Cuando mis pies no recorrieron el camino, y si lo hicieron no deje marcas,
Para volver, para no perderme...
El cigarrillo se consumió, el hilo no amarra ninguna historia, el humo se mezcló con el espacio, y yo... quedé sola, esencialmente parada frente a mi, a la historia de mis costuras sin hilo, sin huecos, firme... frente a otro día por vivir,
No sé como...

Cancion de cuna en invierno

Solo los hijos entenderán esta canción de cuna
Y parirán una que otra lagrima en forma de recuerdo
Entre la moquica que espera le cambien los pañales
Escritos con birome de blancoazul caprichoso
Y se atorará la pipita que la naranja no escupe
Pon la mesa de a cuatro vasos y cuatro platos
Que las ocho manos que entrelacen esa cena
Volaran en palomas
Astillas y aserrín de techos lumbreras
Corre! Corre en la bici
Pedalea la esencia de la infancia acortada
Y la adultez añeja que os deja cicatrices
Porque el tiempo ya es terreno
Ya es casa, balcón y pradera
el vacío este, que queda cuando vuelvo a poner la mesa
Lo tamizo a la deriva del colador de estos sueños
Y los cobijo entre platas, cerámicas, tazas de chapa
Canto otra vez la canción del zorro y les hago cosquillas
Que mientras siguen creciendo los veo alejarse
Entre los años que me quedan
Y los vuelvo a esperar
Mientras vuelvo a poner la mesa,
La leche se enfría
La mama se añeja… se corta
Por las dudas dejo la luz del pasillo prendida
Por si el cuco se apiada y no se anima a asustarlos
Ya crecieron los días
Crecieron los pasos y yo sigo, los sigo esperando.-


Tankas

I

Palabra volcánica que explotó…

Hecha ceniza se dispersó por el aire

Pintando de gris las grietas de mis oidos



El corazón las cobija, las revuelve de tanto en tanto

Asi recuerda, se alimenta,


Se descubre rencoroso

Y le da vergüenza.





II

Oye, mira que he trabajado para lavarlo!!!!!

Y siempre queda algún rincón manchado de hollín.



He buscado limpiadores y he sanado con litros y litros de amor

Las huellas son rebeldes…

se marcan….

desvanecen…

vuelven…




Alma



Ingrávido ser

Vuelo sutil fantasma

Regresa fugaz

El reloj marca voraz

Las horas que no llegan



Hijos


Construyo un ser

Célula madre, tutor

Gracia tardía

Ausente futuro soy

de regreso a casa.


Traición



Doble soledad

Inmune cuerpo tiesto

Reta sombrío

El cuerpo que regresa

Profano a su cama.



Bélico



Macabra guerra

Dragón, decadente ser

Místico campo

Sembrado de mortandad

Creo en la paz, rezo.



Hermanos



Boina y barba

Jesús, ser universal

Vastos caminos

Misión eterna de paz

Ambos murieron santos.



Marea


Siembro semillas

En manos sutiles, sol

Cosecho verdad

En tierra fértil tu voz

Me cuenta que me ama.


Norma Donoso nació en Buenos Aires, vivió muchos años en Río Gallegos, y actualmente vive en Gobernador Gregores, donde despliega una gran actividad cultural.En el año 2006 su único libro hasta el momento "Ojos de Lluvia" fue seleccionado por el Programa Mi primer libro en el género poesía de la Municipalidad de Río Gallegos.

martes, 14 de julio de 2009

Póstumos- Indiana Pucheu



Se llamaba Indiana Armonía Pucheu, nació el 12 de julio de 1943 en la localidad de Pto. San Julián y falleció en la ciudad de Río Gallegos donde paso la mayor parte de su vida un 11 de mayo del 2002.
Se fue sin premios ni reconocimiento.
Está durmiendo en un lugar que ni su familia reconoce pues no tiene placa que esgrima su nombre.
Qué pena es que nadie conozca su historia, tan llena de historias en si misma.
Ella tejía, era artesana, costurera, pintora y escritora, vagó por las artes tan solo dejando dos rastros de su existencia.
Una en la Localidad de 28 de Noviembre, una placa en la plaza principal, con una de tantas de sus poesías y la otra en el destacamento Ramón Santo, límite con la Provincia del Chubut, la conocida Marmita de caracoles.
Habiéndose perdido todo lo que plasmó, mi madre, hermana de ésta, rescató un pequeño cuaderno para que me quedara de recuerdo, en el cual se encuentran los únicos escritos rescatados,que fueron realizados entre los años 1969 hasta 1972.
La conocí más que nadie por ser su sobrina, su ahijada, la luz de sus ojos, como ella la luz de los míos.
Ahora su obra será de alguna manera expuesta, en esta humilde pero grandiosa forma para que quede rastro de su obra y persona.
(Por Sara Alejandra Negrón)
Estas son apenas algunos de sus escritos:

A una lágrima

Una lágrima hay en mi alma
Está quieta, como dormida
Esperando que algo la despierte
Para huir despavorida.
Es una sola lágrima
La tengo guardada,
A veces quisiera huir
Más no le permito la retirada.
Está al borde de mi alma
Y ahí quiero que se quede.
Ella pugna por salir
Se esfuerza, más no puede.
Quisiera esa lagrima retener
No verterla por mucho tiempo
Que dé de beber a mi alma
Y guarde allí su silencio
Que quede como dormida
Vague en mí como un ánima
Que quede por siempre suspendida
¡pues es mía esta lágrima!.

21-09-70


A la nieve

Nieve, que blancura en tu caer,
Pareces una novia pura
Que pronto se va a casar
Que caes, por no quedar
Suspendida en el espacio
Como jirones de sueño
Perdidos en el ocaso
Si yo pudiera tomar
Tus copos entre mis manos
Pero igual que el amor
No alcanzo a tomar.
Se me escapa entre los dedos
Se me va lentamente
Aunque quisiera retenerlo
¡Qué cerca mío lo tengo
Y no lo puedo tomar
Quisiera poder gritar
Cuánto yo puedo amar!

26-12-69

El día que yo muera
No le digas que he muerto
Cuando venga a buscarme
Dile que me he ido al puerto,
A cualquier lugar,
Que no sufra mi ausencia
Ni aun al final
Dile que me he ido
A cualquier lugar
Que regrese a su vida
O a su soledad…
No digas que he muerto
Se recuperara…
Partirá airoso
Como en un despertar
Y no habrá tristezas
En su quieto andar
Dile que me he ido
A cualquier lugar
Que tome otro rumbo
Otro caminar
Que el suavemente
Te escuchara asombrado
Doblara su cabeza
Y te mirara
Tomara el camino
Y no volverá.

06-08-72

A Roberto

Verás nacer de pronto
Aurora en los esteros
Al ver esta armonía
Sabrás cuánto te quiero.
Un río bajara
Ligero la barranca
Oirás en el mi grito
Sabiendo que te llama.
Soy solo un barquillo
En el río de tu amor
Que me meces suavemente
Al compás de tu corazón,
Si estás callado a mi lado
No me atrevo yo a hablar
No interrumpo tus pensamientos
Pues me puedo equivocar
Como barquillo vivo en tu río
No me dejes tu hundir
Quiero mecerme en tus aguas
Hasta sentirme morir.

18-07-70

miércoles, 8 de julio de 2009

Rodriguez Silvia







Patagonia
tabla de
molienda fina.
Esconden los árboles
su cara
entre las rocas
Caminos de agua
venifican el alma
de los muertos
laten
Ojos sombrean
su iris
azoran varias almas
el ancho tendido
de tu sueño
Recuesta la tierra
su larga, larga
flojera.
Es suspiro
exclamación
tu anchura
Cada nube
termina
su cansancio
acomoda su
desesperación
clavada en frío.
Loca mujer, de Amor
te mueres sin
mostrarlo Loca de
Amor, Patagonia
corres andas de arena
en más, sin conocer
medida.

...............

Al que escribe
de lluvias
le pregunto
si ha vivido llover
aquí
en el sur.
Sentido el agua
calar,
manar desde
el ayer
sobre los ojos.
Renegar
de las calles
arriar en medio
de avenidas
a gente
medias, zapatos
pies y huesos empapados.
Palear huellas
para correr en ellas
ahondándolas.
Arrancar hasta la
última hoja.

Si han visto un
bosque
lloverse,
gotear de
brazo o médula.
posible,
anegar lomos,
borrar sonrisas

Llueve…
La gente corre lejos
las hojas dicen auxilios
en el agua,
los perros
huelen el sabor
del fuego.

Pregunto…
Si los dicentes
de
belleza, lluvia,
agua y humedades,
pregunto
si desde
el ajeno
valor
de la inconsciencia
saben
la magia
de fraguar
en el aire.

........

Hoy la Vida se llevó unas manos

Cuando cambie estas sábanas, ya no estarás aquí.

Así el agua jabonosa será salada. Quién sabe, cada día
haya alguien que transforme en un mar
piletas y fuentones.
........

DENTRO

Arrojo un espinel por mi garganta,
le dejaré esta noche por si acaso.
Mañana, la abundancia
o las ausencias...
Me bancaré el dolor de los anzuelos
cuando se alce viril por mis entrañas.
Me bancaré el mutismo de por vida,
tan sólo por saber que llevo dentro.

Siempre supe que, de no ser médico, uno podría encontrar cualquier misterio en el interior de las personas. Al menos eso dicen múltiples tratados de espiritualismo, filosofía y otras yerbas tan interesantes.

El hombre de la noche, me tomó de la mano y a cambio de una moneda, propuso (como a esas modernas máquinas de las farmacias) penetrar por mi boca y darme cuenta de mi ser más profundo. Como no acostumbro a dudar de la magia, tomé una lentejuela que guardaba para un traje de disfraces y negocié con él. Aceptó, porque el nácar, la madreperla y cualquier brillo, me dijo, lo inspiraban.
Solicité permiso para ir al baño antes de comenzar, me calcé las pantuflas, como bien me habían enseñado y regresé con el apremio de una niña juiciosa. Él estaba listo. Me recosté cómoda, abrí levemente la boca y desapareció. Sentí placer de permanecer con los ojos cerrados. Silencio. De tanto en tanto, algún burbujeo entremezclado con la brisa nocturna y el roce del piyama contra las sábanas.
No habrían transcurrido más de diez minutos, cuando emergió, sin yo notarlo y se mostró notablemente molesto.
-Abra los ojos- me imprecó -¿Oh cree usted que yo estoy para perder el tiempo?
No sabía si permanecer callada, aunque consideré inútil hacerle algún cuestionamiento.
-Nunca me pasó algo igual- continuó -Usted está íntegramente llena de signos de interrogación, algunos de admiración detrás de los ojos, varios cántaros de lágrimas en la garganta y en las manos, unos impulsos incontenibles de acariciar. Me insurreciona usted, señora, porque también la inunda, la culpa de lo que ha hecho y de lo que no; y si al menos, hubiese encontrado una certeza donde la mayoría...
Fue cuando no pude soportar y le pregunté:
-Disculpe, señor de la noche, le agradezco su serio diagnóstico, pero ¿dónde es que encuentra la certeza de la mayoría?
_-¿Ve, señora, por qué me saca de quicio? No sólo carece usted de ella, sino que además, desconoce el lugar dónde los otros la llevan.
Su pequeño cuerpo saltó de la cama y se dispuso a partir. El amanecer se presentaba como un poniente equivocado. Se volvió, me miró a los ojos y a manera de despedida me dijo:
-No merece que se lo diga.


Silvia Rodríguez, escritora, investigadora y Trabajadora Social. Trabaja por años con los desfavorecidos de las ciudades y del campo, en las áreas educación, salud y promocional. Vive en El Bolsón (desde hace 25 años), con su pareja de toda la vida, tiene tres hijos. Además de escribir, continúa con el trabajo social.
En 1997 publica su primer libro, Paisajes mágicos. En años sucesivos obtiene varios premios nacionales e internacionales de narrativa y poesía. Colabora con sus escritos en revistas y publicaciones de distinto tipo, inclusive con artículos periodísticos y guiones para radio. Participa como jurado en distintos certámenes. Integra antologías de cuento y poesía, regionales y nacionales, de entre los cuales algunos han devenido de premios obtenidos.
En el año 2000 crean con su esposo la “Kuifi Ruka”, muestra cultural de revalorización de las culturas antiguas de la Patagonia, proyecto que coordinan y difunden y que fue declarado de interés provincial.
En el 2006 edita una breve tirada de su último libro de poesía “Aguante El Bolsón”, con el cual intenta pintar su pueblo y sus afectos.
En 2007 integra la primera antología provincial “Poesía Río Negro”, junto a otros poetas representativos de la provincia.

escritores que amo por su ternura y su talento: Cora Gabrás, Damián Bruno Berón, Aldo Novelli, Eugenio Siccardi entre tantos.

lunes, 6 de julio de 2009

Muñoz Lili




Del Libro "Puro limón y azúcar" 2006-Libros de Tierra Firme


Vestigios



“El sudor me inunda, el temor me posee
(...) sin embargo me atrevo (...)” Safo,Lesbos,VII a.C.




Entre las islas verdes
el irupé se enciela
irisa el río
el chajá
en soledad minuana
y a la espera
salmodia
el taïel de los orígenes.


Es el grito ritual
el que te acerca
desde el vestigio azul
desde tu sombra
cuando hace siglos
hoy nos descubríamos
en miradas de dioses por los muros
en las danzas festivas del misterio
en olores de piel que imaginó la lágrima

y sobre todo
en tu voz
aquella voz-aroma
en tiempos de reír
jacarandás y riachos.



El ceibal aquerencia los rocíos.
El temor busca exilio en la palabra.


Abrazo


¿Hombre así, pequeñito?
Tal vez sí Alfonsina.
Ya conoces cómo
suelen funcionar los desencuentros.
Primero fui negada.
Pasé sin que me viera
(o no quisiera verme).
Me tocó a mí nombrarlo.
Y llegó con su abrazo
en hondura de lecho y remolino
por los riachos vencidos de colores
la mitad de noviembre
me abrasó en despedidas


Poeta
de guturales tibios
con voz enronquecida
enhebró seducción
cosí gozosa prenda.
En crecientes de mar
menhir y luna
con su tenue rumor
fue desmesura.


Cómplice en el vértigo
mi sangre
mi sangre lo celebra por las venas.


Che

Hallequin de la higuera.
Che de broncas y estrellas.
Che tan nuestro.


El amor/ desamor
que no cuervos ni muerte
la vibrazón final
el otro, el uno, ¿hay laberinto?
pensamiento y mirada
ya hacia adentro


Che
¿y qué de aquella niña-cobre
claudicante
allá, en la patria al sur
en un puerto
de bruma y negazones?
¿o de la otra, la que quedó engendrando
entre sierra-ciudades
por los mares?
¿dieron a luz miríadas
miradas
en vísperas de luna
hasta la última?


No cierra, Che,
tanta fuerza y amor
tanta ternura
en semental desquicio
macerados.


Te negamos. Re-negamos.

De tus sueños
nos brotaron
panfletos
algunas plataformas,
camisetas,
gorros, afiches,
páginas web, congresos.


Aún se escapa.
El sendero de fulgor se nos escapa.



Victoria de mi infancia

Llega la primavera al sur.
El año dio la vuelta.
No es madrugada aún.
Tampoco habrá rocíos.
A las tres de la tarde el sol agostará la tierra.
Otra vez recorrerán los vientos
por nuestro sur al sur
de petróleo y carbón tan mal vendidos.



Hay regresos
desde el manso perfume de las plazas.
Era octubre
¿recuerdas?
despeinado dormía un aire atardecido
entre los riachos.


Entonces bordeo los terrones
y trato de encontrarte.
Me acuno en cada arruga
olores y palabras.


Es la patria de esperas
la de oblicuos olvidos,
la de siempre partidas.


¿Otra patria en mi patria
desde tantos afueras?


Amanecen los nombres
tu nombre entre colinas.



Cuántos rocíos ...


A Paula Micaela González, Ma.Emilia González y Verónica Villar, en el octavo aniversario del triple crimen en Cipolletti, Río Negro, aún sin justicia.


Cuál fue el rocío que no mojó los cuerpos
ni las mil caras
de la indiferencia y el despegue.


Cuál de los vientos pudo enredar las voces,
anudar remolinos
enlentecer olvidos.


No es el dolor, nuestro dolor sin público,
nuestro egoísmo
el que a ustedes las nombra
es ser mujer
la vieja herida abierta
no encajar en demandas
no vender
ni acaparar los múltiplos.

Es que no hacemos
ni hemos hecho más peces ni más pan
ni ha surgido más agua de las fuentes.


Mujeres
buscadoras de vida
mecedoras de cunas y mortajas
pupilares de abrazos.
Apenas paridoras.


El amor es tan corto, dice en canciones Pablo.

La esperanza se tuerce entre las grietas.
(Cuerpos, piel, manos, lengua
que no ríen al sol
ni sueltan barriletes).


La voz en los coirones
el olor de la tarde aquella tarde
el secreto incansable rumoreando la acequia

ellas
en los ojos de los árboles.


Lilí Muñoz: Nací en Victoria, Entre Ríos. Vivo en la ciudad de Neuquén, en la Patagonia Argentina.
He publicado dentro y fuera del país, narrativa: Cueva de la Barda y otros relatos, 1997; Clara de Huevo, narrativa para niños y lectores múltiples, 2001; Pupilas del desierto, 2003; poesía: Catedral de Pinares, 1999 y Puro limón y azúcar, 2006; ensayo, Decires de cobreazul, (coautoría), 1990; Aproximaciones a la Literatura del Neuquén: escritura de arraigo y trashumancia, en El Gran Libro de la Pcia. del Neuquén, Edit. Alfa-Milenio Edic., Bs.As., 2001; Mitos y leyendas de la comarca: ¿hijos de un dios menor?, 2004; Formas del discurso, (coautoría) 2004; Formas del Discurso. De la teoría de los signos a las prácticas comunicativas (coautoría), 2008; dramática: De vino, mujeres y poesía, (coautoría), 2001; El Gigante Amapolas, de J.B.Alberdi, adapt. (coautoría) 2005; Pasto Verde, Argentores, 2007; De espaldas, I, II, III, monólogos, 2008. Inéditos: Homero al sur, 2009.
Han incluido poesía, relato y minificción, en soporte papel y virtual, Antologías de Argentina, España, Perú, Chile, Uruguay, Colombia, Brasil, México, Israel, Canadá, EE.UU. y Cuba.
Coordiné la Secc.Los Lenguajes (Arte, Literatura, Música y Folklore), El Gran Libro de la Pcia.del Neuquén, Edit. Alfa-Milenio Edic., Bs.As. 2001.
Co-coordino actividades afines a Literatura y Educación: Conversatorios de poetas, 2007-2008, Fundación Artística y Cultural Tribu Salvaje, Nqn, (miembro fundadora, coordinadora del Area Literatura); Talleres de Lectura (Museo Nacional de Bellas Artes, Sede Neuquén, 2004-2009), Encuentros Internacionales de Escritores (de Arte y Poesía, La de las Siete Colinas, Victoria, E. Ríos, 2006-2007-2008-2009); Binacional de Escritores Junín de los Andes,Nqn. (Chile-Argentina), 2003, 2005, 2006; II Congreso Latinoamericano de Comprensión Lectora, 2009, Centro Cultural Jaime Cerrón Palomino y Universidad Central, Perú-Fundación Lecturas del Sur, Ciudad de Neuquén, Patagonia Argentina.
Productora y conductora de Poesía para ver, microprograma sobre poesía y poetas, en el marco del Programa Con Ustedes, por FM Record 104.7 de Neuquén y Teledigital (TV por cable, Río Negro y Neuquén), oct.2006, continúa.

Magíster y Especialista en Didáctica, Facultad de Filosofía y Letras, UBA; Profesora en Letras y Especialista en Literatura Hispanoamericana del Siglo XX, Facultad de Humanidades, UNCo; Profesora de Castellano, Literatura y Latín, Instituto del Profesorado de Paraná, E. Ríos, soy docente en el Instituto Universitario Patagónico de Artes (IUPA) y en el Profesorado de Lengua y Literatura del Instituto Superior San Agustín, ISSA, ambos de Gral.Roca, Río Negro, Patagonia Argentina.

domingo, 5 de julio de 2009

Póstumos- Irma Cuña




El cuenta

gota a gota

su muchedumbre de fantasmas,

y ha repudiado mis manos.


Solamente un día

confundió la voz con un espejo.

su respuesta fue una ola de arena.


Aún está secando mi piel

y deslumbrando de sílice mi pelo.

(Del libro El Extraño)



Y OTRA


Es sábado. Atardece.

Abrirás una puerta,

Encenderé la lámpara;

empezarán a tintinear los vasos

y a invadirnos Vivaldi.


Pero has muerto



Relaciones I

Entro en la maraña

a machetazos.

Orquídeas y helechos

no duran nada.

Demasiado instrumento.



Relaciones II


Entro en el bosque

de puntitas.

Tropiezo, voy de bruces.

Poco instrumento.




PRODIGA


Volví a la luz extensa del verano

y al viento circular de las esquina.

Neuquén es un cristal,

un cuarzo sepia.

Pueblo desconocido

donde inventé el espejo de una historia

y la poblé de cascos en el aire.

(en aquel aire ululador y tenso).

Un aire tangible

que mas parece un agua, una corriente,

un surtidor horizontal

-un brazo-

que el natural camino de la cara.


Y otra vez ese polvo amarillento

y esas piedras hundidas

Entre pelos de pastos requemados.


Patria de negación: sin

verdes,

rojos,

alas,

concavidades.


Sólo este movimiento del planeta

espiral o de flecha,

bamboleo.


Fui a buscarte quetzales,

mariposas,

enormes colas de serpientes vivas,

venados tímidos,

turquesas,

y me has devuelto el filo del silencio

y el ardor de la arena

para siempre.


1965. Regreso de México



Casi una niña,
el collar de claros corales a la espalda,
huyes vestida de gasa, de lila, de rosa.
Llevas los ojos en los pies que no alcanzo,
los ojos en las manos escondidas,
los ojos en la cara sin huésped.
Dejas una espuma
ahilada
de trigo,
una confusión de lino
en tanto aire,
la copa de amapolas desvaídas,
el mundo de polen en vuelo.

Reclinada en la ausencia del agua,
segura entre rocas invisibles,
la almohada de sílex te espera como una concha áspera.

La niña-flor va por el aire
entre los dedos lisos de las ramas,
sin tocar el hilván de la luz,
separada,
mujer de muro mielado,
olvidada del sol,
mariposa confusa,
caléndula,
uva moscatel que el otoño mueve.

Irma Cuña, El riesgo del olvido, Neuquén, Ediciones Culturales de la Ciudad, 1992, p. 123.

Irma Cuña nació en Neuquén el 2 de septiembre de 1932 y murió en la misma ciudad el 16 de mayo de 2004. Esto significa que vivió setenta y un años, ocho meses y algunos días bajo el signo de Virgo y regida por Saturno, que le otorgó el privilegio de conocer las profundidades más oscuras del pensamiento y de la experiencia vital. Como les sucede a otras escritoras y a otros escritores, en Irma Cuña vivían muchas Irmas. Por ejemplo, y aunque todavía no se ha reconocido públicamente su talento en este sentido, una de ellas era una maravillosa lectora de cartas natales y de destinos escritos en las palmas de las manos.

Un relato de su vida dice que, pasadas la niñez y la adolescencia en Neuquén, Irma Cuña comenzó un periplo que la llevó por unos años a Bahía Blanca, donde estudió en la Universidad Nacional del Sur. Allí se graduó como profesora en Letras y comenzó el influjo que Ezequiel Martínez Estrada ejerció en su forma de entender las cosas. Más tarde, viajó con una beca a París. En esa ciudad, escribió su tesis de doctorado y disfrutó o padeció la lengua francesa, según la circunstancia. Luego vivió en México, país al que viajó exiliada y donde vio una parte de una escultura que atrapó su fantasía y cuyo fantasma podemos perseguir en su poemario El Príncipe.

En Argentina, trabajó como docente en colegios secundarios, en institutos terciarios y en la Universidad Nacional del Comahue, y como investigadora en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. En su producción crítica se inscriben títulos como Inmortalidad y ausencia de Pedro de Urdemales; Símbolos de "Don Segundo Sombra" y El mito de Narciso en la poesía de García Lorca.

Desde 1990 se dedicó a estudiar el pensamiento utópico latinoamericano, cuestión que la llevó a escribir América Latina, utopía o realidad; Latinoamérica, utopía latente; América Latina, la utopía como síntoma; Utopía musical en Daniel Moyano e Identidad y utopía, dos grandes sombras en Latinoamérica. Entre otros reconocimientos a su trayectoria como escritora y como intelectual, fue designada miembro de la Academia Argentina de Letras en 1999.

Sus trabajos críticos, sin embargo, no fueron lo que más ocupó sus insomnios, sino la poesía, que la dejaba indagar en amores y dolores, existencia y muerte, sueños y filosofías. Publicó Neuquina, que es el más difundido de sus poemarios, en 1956; El riesgo y el olvido, en 1962; Cuando la voz cae, en 1963; El extraño y Menos plenilunio, en 1964, Maneras de morir, en 1974, El riesgo del olvido y La divisa del emboscado en 1992, y El príncipe y Angélicos, en 1999. Publicó también la recopilación Poesía junta.

Su poesía trasciende territorios para estar entre las más bellas y las más dolidas o dolorosas de su generación, junto a la de Alejandra Pizarnik y la de Olga Orozco. Para más claridad, uno de los territorios que trasciende la poesía de Irma Cuña es aquel que designarían palabras como "patagónica" o "argentina": la poesía que logra serlo no debería tener la medida de lo geográfico, ni siquiera con el pretexto de la identidad. La arena y el viento patagónicos están, a veces, en la poesía de Irma, pero no son la poesía de Irma. La patria -la matria- de una poeta es la lengua en que escribe. También lo son, en ocasiones, ciertos derroteros existenciales que no pueden cifrarse en una región. En este caso, el ser mujer y la diáspora. El poema que transcribimos incluido en La mujer, la tercera parte del poemario El extraño (1977), y recopilado en El riesgo del olvido, puede ser leído como un leve contacto con el universo de esa mujer en constante huída que fue Irma Cuña. (por Griselda Fanese)

jueves, 2 de julio de 2009

Espinosa Carlos



LA FELICIDAD DEL PROFESOR

(Estoy entre estantes repletos de libros.
Miro y desprecio esos libros, por ellos y por todo. Ahora voy a contar)


Lo condecoraron con la Gran Orden del Valor Intelectual. El Presidente de la República le prendió en su traje azul la medalla de oro. Después la Universidad lo doctoró honoris causa. Se le otorgó, con sueldo vitalicio, una Super Asesoría Científica. Todo eso en el reducido lapso de dos semanas, como consecuencia de su notable descubrimiento acerca de la voluntad biológica de los micro-organismos. (Una teoría sumamente difícil de explicar para un profano como yo).
El destacado profesor, la eminencia, el doctor Unmöglich, recibió todos los honores con la misma sonrisa practicada durante los sesenta años de su vida ante cada acontecimiento para todos importante. Es decir: importante para el mundo ajeno, para el mundo de los demás. Pues el profesor lograba una metódica concentración en sus asuntos, para evitar el malgasto de tiempo en cuestiones de escaso valor, tales como el personalismo y la vanidad.
Cuando, al final de la cena en homenaje organizada por la Academia Nacional de Ciencias, le pidieron que manifestara algunos pensamientos miró al público, meditó y dijo “...ahora que he logrado una conquista científica de gran valor para la humanidad, ahora que he justificado ante el mundo mis muchos años de estudio, ahora que al fin se me asegura la subsistencia con una renta mensual, ahora quiero anunciarles que habré de dedicarme a una investigación cuyo éxito habrá de beneficiarme en forma casi exclusiva, y quizás tal vez pueda ser -en tiempos mediatos- de gran utilidad universal...”.
Agregó algunos reducidos agradecimientos y terminó su discurso. Lo aplaudieron entusiastas. Y esa misma noche comenzó la incógnita de las actividades del profesor Unmöglich.
Pocas semanas después de los cumplidos desapareció de sus paraderos habituales. Un mes luego se supo que estaba instalado en una cabaña, en la zona montañosa del país. Los comentaristas de trasnoche lanzaron su primera conjetura: está investigando los fenómenos de la flora boscosa.
Un grupo de alumnos universitarios, periodistas impertinentes y turistas curiosos, llegó hasta el refugio del profesor. Lo encontraron ocupado en la persecución de las hormigas que hostigaban las dalias de su jardín. El científico los invitó con un te muy liviano y los despidió sin abundar en justificaciones sobre sus trabajos intelectuales.
Durante un año completo la opinión pública se alimentó de asuntos sensacionales: la destitución de un presidente, el adulterio de un ministro, el incendio de un gran teatro, la inauguración de un puente colosal sobre un río seco. Solamente en círculos reducidos algunos hombres calvos se preguntaban: ¿qué estará haciendo el gran profesor?.
Uno de sus discípulos lo visitó en setiembre. Unmöglich recortaba los ligustros con un sombrero de paja tapándole la frente. La conversación, a la sombra de unos cipreses, fue ligera y mezclada entre temas serios y banales. El visitante intentó ingresar al estudio de su antiguo maestro, con el objeto de espiar carpetas y manuscritos, pero el profesor sonrió suavemente mientras le advertía: “está con llave”. Fue un incidente luego comentado en la capital, como prueba de la gran importancia y reserva de los estudios de la eminencia.
Llegó el verano. Pasó el otoño. Aumentaron las versiones. Se mencionaba una eficaz cura para la esquizofrenia y allí estaba Unmöglich; el décimo tercer presidente de la Segunda República Libre anunciaba grandes medidas con un nuevo Primer Ministro y allí estaba Unmöglich; se discutía la factibilidad de transformar los valles selváticos indómitos en pacíficos desiertos roquíferos y allí estaba Unmöglich; un estadista de orden internacional invocaba el apoyo a una suprema personalidad con capacidad suficiente para detener el comienzo de la octava guerra mundial y allí estaba Unmöglich; porque el gran profesor era la esperanza de todas las grandes soluciones. El mito de la sabiduría.
Ya habían pasado dos años intensos desde su última aparición en los ambientes intelectuales capitalinos.

(En este punto mi relato comienza con lo que verdaderamente deseo contar)
.
Interesado por el mundo oculto del profesor Emmanuel Unmöglich, preocupado incluso por tantas tonterías escuchadas en diversas fuentes, armé mis reducidos pertrechos y marché hacia las montañas de Véritas.
Cuando estuve frente al admirado prócer de las ciencias le ofrecí mis servicios vitalicios en carácter de asistente. El doctor, ya anciano –pienso en sus cabellos blancos pero más en sus ojos cansados-, agradeció mi compañía con silencio, con amistad; aunque argumentando que mi asistencia le era casi innecesaria.
Desde ese día me ocupé de prepararle el te a las seis de la tarde y ayudarlo en todas las tareas domésticas que era necesario realizar.
El profesor se levantaba a las cinco de la mañana. Caminando entre el dormitorio y el patio de los cerezos transcurría hasta las siete. Preparaba una cuidada mezcla de polvos para abonar las plantas. Luego de ese trabajo elegía un rincón donde permanecer sentado hasta el momento de cosechar hortalizas y frutos para el almuerzo. Tenía un surtido huerto. Cocinaba excelentes guisos. Pulía prolijamente las ollas de cobre y después de comer se preocupaba por lavar su ropa. Entre las tres y las cinco de la tarde dormía. A poco de levantarse de la cama realizaba su meditación vespertina –muy pocas veces en el escritorio, otras en el pórtico de la casa- y durante ese tiempo yo lo observaba desde lejos. Mi querido profesor, con los ojos entrecerrados, sonreía y suspiraba.

(Los lectores de mi testimonio sabrán comprender que yo no pueda dar más referencias sobre aquellos momentos. La historia necesita de mi discreción. La intimidad de los últimos días de Unmöglich debe ser respetada).

Finalmente, cuando terminaba una primavera, unos pocos hombres importantes que todavía no olvidaban al sobresaliente sabio, a pesar de los diez años transcurridos desde el inicio de su ostracismo, vinieron aquí, para verlo y escucharlo.
El profesor Unmöglich tardó en reconocerlos. Creo que se hizo una especie de concesión para poder identificarlos plenamente, uno por uno. Luego de intercambiar saludos les anunció: “..lo he logrado, he alcanzado mi plena felicidad, y puedo compartir mi plenitud con quien lo desee...”.
Los intelectuales calvos se inquietaron ante la perspectiva de una gran revelación. En esos pocos segundos de suspenso habrán imaginado fantásticas soluciones para los males todos de las siete dimensiones del Universo.
La eminencia sonreía tímidamente cuando les confió “...durante estos años, que ni cuenta llevo, logré lo más importante de mi vida. Aquello que me pareció imposible en determinado momento, y precisamente por inalcanzable aún más codiciado. Logré superar a mi memoria. Logré el olvido. Así, tan simplemente, he olvidado los sistemas métricos, los números telefónicos, las citas bibliográficas, los horarios de trenes, la cronología de los treinta grandes descubrimientos espaciales. o tal vez sean treinta y cinco, las operaciones fundamentales, los cinco o seis días de la semana, el sermón de la montaña, los segundos y terceros nombres de mis padres y abuelos, la hora de los días, los pecados capitales, los países de oriente, los lunares de mi espalda... Por fin, olvidé esto, aquello... Me olvidé de leer y escribir. Soy analfabeto, casi ignorante, feliz... yo soy, ahora un hombre”.
Los visitantes rieron. Festejaron las palabras que interpretaban como una humorada. Y después del consabido te liviano se marcharon comentando, en voz baja y quebrada por una despiadada compasión, que el gran profesor estaba un poco viejo y distanciado de la realidad.
Ese grado enorme de incredulidad de quienes tienen la responsabilidad de pensar en grande la historia de mi país hizo que ninguna de aquellas personalidades tomara en serio al anciano sabio.

(Unmöglich murió unas pocas semanas después. He seguido sus enseñanzas. Este documento, que por pura providencia guardaré ahora en el interior de algún libro de esta abominable biblioteca, será lo último que escriba y haya leido en mi vida. Así lo prometo por el tiempo de los tiempos.)




A mi padre.
C.E. 5.9.75



Carlos ESPINOSA, 58 años, periodista (en agencia Télam, corresponsalíaViedma), cronista y recopilador de historias de la vida cotidiana de laregión de Carmen de Patagones y Viedma (y del norte de la Patagonia, engeneral), escritor de prosas varias: cuento y una novela en proceso;productor del ciclo cultural "Una noche de miércoles en el Bar Plaza" (deViedma).Dos libros de crónicas; "Perfiles y Postales, crónicas de la historiachica de Viedma y Patagones", 2005 (agotado); "Por los pasos en la vereda,crónicas en primera persona de la vida cotidiana en Viedma y Patagones",2007.Realizador del programa radial "Perfiles y Postales", lunes a viernes,8,30 a 9, radio Nativa, Viedma (www.appnoticias.com.ar para escuchar online); columnista del diario Noticias de la Costa, de Viedma, todos los domingos, sección "Perfiles y Postales" (www.noticiasnet.com.ar) Blogs personales
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Sobre mis autores leidos, con infuencias
Roberto Arlt; Julio Cortazar; Ernest Hemingway; John Berger; John Cheever,Joseph Mitchell; Martín Caparrós, etc.
cinco escritores patagónicos (para recomendar, además de todos os que están en tu lista)
Ana Grandoso ; Claudio Garcia; Jose Juan Sanchez; Marylena Cambarieri; María Inés Cantera