martes, 28 de abril de 2009

Alegret Jorge


















De "Ángel come ángel" (fragmentos)

De canción vencido
es el poema del deseante a la deriva,
autoinmune, hecho de planos americanos
de dolor simplificado,
de niñas preñadas esperando al amante latino,
al Rey del Ritmo desde la patagonia profunda
hecho con las falsas historias de los pioneros
con la carne curtida de dictaduras
sostenidas por los psicópatas fundadores
en la plusvalía de la desolación.
Una escritura de vuelo de murciélagos
sobre el lago roto por el viento sur.
Escribir como una convulsión que nos vacía
por la rejilla de un baño desconocido
Ardemos, y hechos cenizas caemos
sobre las casitas de tejas negras,
signos dispersos para leer en una oscuridad grave,
de noche madura en la glándula pineal
de noche en los huesos que sabemos prestados
que nos arrastran por las singularidades
de la conciencia. Y creías que habían terminado
los juegos, creías en los mercadeos invisibles
y en las voces a medida.

No. Hay nuevos mitos en esas constelaciones que aparecieron
en el cielorraso, disimuladas entre las moscas y el musgo,
partículas de viejas historias floreciendo, formas microscópicas
de estar muriendo en un despliegue de claroscuros
de límites confusos que hablan en un mundo ni ancho ni ajeno
donde reclamamos la resignación de todo lo dicho.
No te pido otra cosa: que inventes alguna cartografía,
que mientas una coordenada. Luego habrá un viaje sinuoso
por la costa, y el aroma enfermo de las rosas.

Tal vez sea irrelevante - le digo a la pelirroja
del Rock Chiken o algo así -, la verdad discurre
bajo los traseros de algún simposio de ciencias cognitivas.
Son irrelevantes los versos de la infanta
intoxicada de almidón y tías lascivas (los temas
dilectos: las tías llegan de tierras lejanas en Navidad,
repitiendo los contactos furtivos bajo el limonero,
o desconocidos hombres casados de falocéntricas derrotas).
Irrelevantes los papeles encastrados de poemas colombianos,
chilenos, uruguayos, venezolanos (¿alguien sabe algo
de Guyana, hermanos?), poética-metástasis: los ríos arteriales
se han obturado. Cada cual bajo la sombra metálica
de sus padres difuntos (algo se pudre en Ginebra, pero disimulamos)
Meditamos largamente, cirrosis mediante, o condenados
a hidróxido de aluminio; todo muy cool, tan murguero
o tan punki, tan poco rentable que mejor una novela,
no?, vos sabés, esto es un negocio o no es nada.
Nada, pues; poética de la embolia,
de terrenos vacíos o baños de estación de tren
pero siempre de paso o visto al pasar

LA CASA ESTA TOMADA Y ESTAMOS AFUERA

y ni siquiera es la calle.
Tenemos un país en el cuerpo, y se parece al sida
se parece a un sarcoma encapsulado entre la clavícula y el pulmón
se parece a palabra infestada de mercado, de premios Planeta
y programas culturales en los barrios carcelarios, la cultura
del circo político y las fundaciones de las multinacionales
contra el hambre. Irrelevantes, inocuos, destilados poetas
del milenio, beatos de Eco, minimales como bacterias,
neoyorquinos frustrados, animalitos de las ferias del libro
encadenados con una bic a los mostradores de las editoriales,
cultísimos a contramano de la muerte colectiva
en la lectura como morfina, ornato de las pajas públicas
cada vez más literales.
Podríamos dedicarnos a hacer intervenciones de metano
en las ceremonias de los testigos de jehová,
cosas así, muy girolinguísticas, muy de electroshock
y rave de nenes clase media rellenos de anfetaminas.
Así, irrelevantes, cagones, aspirantes a reality shows,
Tres duchas al día y una balanza acoplada al culo.
Ratitas en los médanos con un inglés de mierda,
secretamente edípicos en sus capullos metrosexuales
(la pelirroja asiente, y me indica con un gesto que estoy escupiéndole
partículas de pollo frito).

Es la palabra de la Bestia dominante
todos somos un poco policías con precisas lobotomías
buscando a nuestras novias hemofílicas
por los corredores de los estadios de fúbol que hieden
a muerto insomne, a hijos que se quieren mudos
y a generación perdida. En la memoria distribuida
puedo verte en las nuevas lenguas de principios de siglo
diciéndome:
No me dejes así, dejame de nuevo en las aguas turbias
dejame maldita de Brahms,
y yo acabo preguntándome si la búsqueda no será una falla neural
de la que surge una verborragia más o menos surreal, una fiebre
de charlatán estepario que escribe con las uñas en la greda,
y que lee en los coirones fragmentos de poemas de juan moisés.
Una sabiduría de arenas verticales yéndose por cielos de luto
en algún pueblo del sur sostenido con los huesos
de bellas mujeres inglesas fóbicas de reflejos,
revueltos con osamentas aónikenk y de anarquistas catalanes,
todos en la misma fosa de olvido y fábulas de borrachos
y disléxicos, entre manzanos coquetos y otros adornos exóticos
procesados en la máquina del turismo internacional.

Los moldes de la lengua: un habla ortopédica
que fabrica textos amatorios en los que ahogarse
poseso, marxista o canónico, yendo y viniendo
de calenturas barrocas a los engaños de lo simple,
a esas despedidas generacionales que apestan
a concursos literarios, a puentes de París deshabitados
al que no volvemos de pura vergüenza, porque te dejé sola
de paraguas, y yo tan centrado, fingiendo el espíritu
de la época, que sólo era efecto del pánico,
de una huida travestida de progreso inexorable.

Le dije entonces sobre la noche de los cristales rotos
y me lanzó al callejón a buscar dinero, despojado
de todo destino, y preso a la vez de las combinaciones,
a fin de cuentas, ¿cuál es la petit diference
entre la fatalidad de un plan divino
y el principio de incertidumbre?, ¿qué te seduce
del torturador, del bancario, del dueño del bar?.

No hay mucho más que la mezcla de los recuerdos
en convenciones del aquí y ahora,
adecuaciones que siempre fallan, que no hay garantías
en las distancias y las duraciones
EXCEPTO si cedo algo de alma
con ánimo de transacción, un desalmarme
para que los ocios negados persistan y vos
te pierdas, como una cosa de kiosco
y ya no la trama del transcurrir
revuelta entre los calendarios inútiles
y los pájaros despertadores
aunque a veces, cuando percibo la tontería del trueque
las debilidades de ser agendado
puedo imaginarte caminando entre la lluvia
la lluvia que se lleva con uno
la lluvia que se hace entre dos
la tarde de lluvia en el departamento simplificado
apenas colchón yerba tabaco radio tonomac
que luego sería cama king size bonafide colombiana mp3 home theater
flashes de las primeras horas de la dictadura
que AQUÍ están, siempre están, como el obelisco sanmartiniano
y la estupa tibetana, esquemas que nos desencajan
la vida y la muerte comercializadas, o el crimen de seguirte
bajo el agua helada que perfora cráneos
y produce una lucidez tan intensa
un riesgo de cruzar el límite y de pronto ser lo otro
que sale de los parietales desiertos
y ya no me acuerdo tu nombre ni el ritmo
de tu sacro, sólo es la lluvia que te arrastra dentro de mí
a la trampa de las escaleras y los móviles policiales extraviados
en las primeras horas de aquella aurora de sol negro
que llevo conmigo en cada aguacero, mientras te sigo
y vos desapareciendo, otra vez.

(.........................)

Una risa suena a huesos desparramados en el living.
Rige una política-robot, un Leviatán en ropa interior. Algunos recuerdos
de un modelo de mundo, de un modelo de noche, modelos para detener
el vértigo de la decadencia, de las bobas modernidades
soñadas en las suites del Llao Llao, que se alejan
dejándonos desnudos, violados por los sagrados tecnofalos
de la propiedad inmueble, y entre los desperdicios de lenguaje
devueltos en una minúscula habitación del Bariloche Center
entre los libros de lacan por el piso junto a las cajas de pizza
y un vinilo de bahaus, para después radiohead, en la pobre coherencia
que nos dejaron los vaivenes de culpa y satanismo barato,
de tanta mujer esperada en ninguna parte.



Jorge Carlos Alegret

Escritor argentino nacido en Mar del Plata (1957) y residente en Río Grande, Tierra del Fuego. Ha publicado sus textos desde 1973 en diversos medios de comunicación social. Entre 1985 y 1989 desarrolló tareas de investigación y publicación en informática aplicada a la expresión, en un equipo de la Universidad del Comahue. Recibió la mención Roberto Arlt de la Municipalidad de Comodoro Rivadavia (1981) por su novela Fragmentos del último día en la vida de Mateo Arancivia. Recibió una mención en el Certamen Patagónico de Puerto Madryn (poesía, 1994) y el premio Nueva Generación (poesía, 1995). Aparece en la III colección de autores contemporáneos de la Embajada de las Letras, Buenos Aires (1997).
Actualmente reside en Bariloche.

sábado, 25 de abril de 2009

Recchia Giovanna



de Pliegues- Ediciones en Danza


Nada de inocencia.
Declaro estatura
huellas dactilares
señas
internas
heridas cerradas
-dicen cicatrices-
hacen girar
el espiral
que guarda los secretos
marcados de antemano
-generaciones danzando
en el sinfín del adn –
Declaro el crimen
y es un caso
perdido de antemano
Pueden gritarlo
Me redimo.

...................................


Molduras del espanto.
Doble NNegación.
Juegos erráticos
- de memoria
la jugada-
A no
perder
la.
El hueco arde.
.....................................

Desde la orilla de las palabras
se ve un estrecho
agudo mínimo abismo
como el que pronto habrá de enfrentar
la barca
el destino errático
de una luna maltrecha
sin historia
árida de sal
que se mece
para estrellarse
al borde
de una geografía inerte
y dejar a sus tripulantes
tumbados y culpables
-sobre todo culpables-
deseando la margen opuesta
del agua inmensa
........................................

Despertar

Nada
conduce de la ceguera
al ojo vivo
sino mirar
hasta encender
los colores
que no existen.
........................................

Es así como arde un sonido
consumido
en las brasas del silencio
y así el golpe se estrella
abierto
en el crujir de huesos
Es así como el color instaura
su postura
hundido de espasmo
en la pupila
Es así como estalla la forma
intuida
en el tacto del espacio
Es así como roza la palabra
paladeada
en la boca del dicente

.............................................

Mítica

Susurrándose
va
lamiéndose heridas
que no sangran.
Cantándose
canciones
olvidadas por otros
para ella
de cuna
en lejanas lenguas
murmuradas
Volviéndose del tiempo
al tiempo
en su tiempo.
Viajándose a su centro.
Preguntándose si
muere
o está
pariéndose.



Giovanna Recchia nació en Trelew el 2 de julio de 1973.
Cursa la licenciatura en Letras en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.
Trabaja como docente, bibliotecaria y tallerista en el Instituto Camwy, en el que realizo sus estudios secundarios.
Ha publicado un libro de poemas, La infinita (Editorial Universitaria, UNPSJB, 2001).
Vive en Gaiman.

miércoles, 22 de abril de 2009

Aliaga Cristian



De “No es el aura de Kant” (1992):

Los versitos,


esos frascos sin tinta
donde ponemos lo mejor de la memoria.
¿Paredes de iluminación, torres amargas,
palabras solamente?

Pero a quién encomendar nuestra historia,
salvo a estas pequeñas nubes
de espuma.

Os quedaréis ciegos
de tanto cerrar los ojos.


No es el aura de Kant

El resultado es el silencio.
Ocultos en los ranchos,
emparejados con la hacienda,
los peones carcomen la filosofía.
No es el aura de Kant
ni el primer motor de Tomás de Aquino:
es una bola de lento fuego
que se revuelca en el alma.
El sueño es un largo cuchillo en el vientre
de los blancos dioses
y un incendio de alpataco
que todo lo destruya.

La luna amontonada en los galpones
y el regreso de un interminable viaje
a caballo por las estrellas.

Los perros huelen el alma de los peones
y encuentran seres desconocidos.


De “El pasto azul” (1996):

Artista del aire

Uno busca la fortuna,
zarandea el cuerpo
como artista del aire,
cebado para la carne.
La fortuna esquiva mueve
por el cielo su bulto inasible.
Pero un hambriento
no dejará
de tirar dentelladas.



Tratado de la luz

Hay días en que tus ojos están perdidos para la vida,
para cualquier visión que encierre una esperanza.
Sales a la ventana y miras sin ver el infinito
ocaso que preanuncia una mañana.
Es de mañana y ya ves el ocaso, tus ojos están perdidos,
es mejor que los cierres.
Que los cierres o encuentres una razón poderosa
para recoger la luz que traspasa los párpados.
Tenés escondidas pasiones en las pupilas
que antes se abrían descuidando el ocaso.
Todas son noches: las mañanas son noches y las tardes.
Pero la luz no ha encenderse jamás, sólo hay controles
para la oscuridad.
Pero la luz no ha de apagarse jamás, porque la llevás
sin tregua en el fondo de los ojos.

Los bellos sueños

Aquel insecto vuela
sobre los íntimos sueños.
Intento disuadirlo, cambiar
sus planes,
coloco terrones de azúcar
sobre otras heridas,
le muestro golpes ficticios
en mi humanidad.
El animal vuela obcecado
sobre los mismos sueños,
los más bellos,
los menos protegidos.


De “Estancia La Adivinación” (1998):

Arte, poética


Un poeta –un lobo sin cartel–
no muestra sus cartas, no baraja
de nuevo, no escancia vinos
que no es capaz de beber.
Es un animal procaz
que no ve detrás de las venztanas
sino más allá de las rejas,
un espectro sordo
que no domina su carga
y se entrega a ella.
Un poeta –un punto azul sobre la mesa–
no mira para ver
sino para abrir los ojos.

Si tienes oscuridad

Si tienes oscuridad,
en algún lugar debe existir
la luz.
En tu lugar, los perros duermen
como algunas personas,
convencidos de que nada pasa.
Es mejor así:
la muerte llega por acumulación,
no por impacto.
Hay evidencias
de que nada pasará,
de que todo viento será en vano.

La verdadera caída es hacia arriba.


De Música desconocida para viajes (2002):

Brilla lo que no existe

Nos guían en la ruta como espejos, estrellas que han existido; pero apenas son reflejos, astillas, vidrios, trozos de metales, ventanas esparcidas que el ojo no divisa. Son estrellas, entonces, aún guardan el brillo de lo que han sido antes de la destrucción. Pedazos de chapa que fueron techo para cobijar a quienes han muerto o huido, hierro retorcido que era una torre para medir, aspas de molinos que se destruyeron antes de que el agua apareciera. Fragmentos de botellas, de las que bebían con avidez en el desierto, vehículos descalabrados sobre caminos que taparon los arbustos. Brillan a nuestro costado, al frente y atrás de nuestra ruta, como si en el reflejo de cada objeto ya desahuciado viviera el ánima que siempre ha de precedernos. El ánima de lo que existe o no, es lo mismo.
(Puerto Santa Cruz).


De La sombra de todo (2007):

El artista subjetivo

1. Un diamante

La subjetividad llamada del artista
son sus heces. A nadie ensucian
ni iluminan. Hay un diamante que
buscar. Eso no es personal.

2. Todo miedo

todo miedo

te domestica el dolor.
la pérdida de control, la manera sentida
de perderlo todo de vista.
horizonte. esta placidez de pájaro
apenas mojado.


Cristian Aliaga es oriundo de Tres Cuervos (partido de Puán, provincia de Buenos Aires,1962) y reside en la Patagonia.
Publicó Lejía (Último Reino, 1988); No es el aura de Kant (Último Reino, 1992); El pasto azul (Último Reino, 1996); Estancia La Adivinación (Último Reino, 1998), Música desconocida para viajes (Deldragón, 2002), la antología Estrellas en el vidrio (selección de Jorge Boccanera, Colihue, 2003) y La sombra de todo (Bajo la luna, 2007).

Integró el consejo de redacción de la revista Último Reino y fundó la Editorial Universitaria de la Patagonia.
Publicó crónicas en Patagonie. Une tempete d´imaginaire (Autrement, 1997). Editó la obra de Juan Carlos Bustriazo Ortiz, Herejía bermeja (En Danza, 2008), Desorbitados. Poetas novísimos del sur de Argentina (Fondo Nacional de Artes, 2009) y Excéntricos. De Bustriazo Ortiz a Zelarayán (en prensa). Una selección de su obra, traducida por Ben Bollig, ha sido publicada en Gran Bretaña y EE.UU. Ha realizado lecturas y dictado conferencias en Ecuador, España, Gran Bretaña y México. Es autor de una serie de antologías que incluye Sur del mundo. Narradores de la Patagonia (El Patagónico, 1992); Patagónicos. Narradores del país austral (IMFC-Desde la gente, 1997) y Los mejores relatos de la Patagonia, de Verne a Bayer (Ameghino, 1998). Recibió el Primer Premio Nacional de Poesía del Fondo Nacional de las Artes (2006) y el Primer Premio “Raúl González Tuñón” del Fondo Nacional de las Artes y el Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini” (2005).

Durante varios años coordinó talleres de creación poética en distintas ciudades, con el patrocinio de la Fundación Antorchas. Es profesor de la Universidad Nacional de la Patagonia. Dirige Espacio Hudson, Centro de Artes & Cultura, y el periódico El Extremo Sur.

Cursaro Andrés









(Del libro “Estación/Tierra/Nada”,
Ediciones en Danza, 2006)

I
qué es el espacio sino esta necesidad de acorralar a los fantasmas a los presos deambulando en la memoria qué es este vacío enfrentando al infinito contra las manos del frío sino la piel de los huesos indicando rutas al océano los pies de aquel niño corriendo tras sus ojos con la urgencia de acorralar a los fantasmas muñecos pisados por caballos qué muestra ese espacio en los pasillos de la intemperie sino la sangre de los peones devorados por los machetes los muertos por el frío ardiendo en esta casa en este espacio limitado por paredes de carne golpeando al olvido de saberse roja hasta violeta o violenta si fuere posible.

II
ese pibe que corre y recorre toda la casa la casa que fue su espacio y que ahora se abre infinita para sus ojos también sus manos notan la ausencia de los límites del desierto hecho tumba océano moviéndose animal en plena esquila convertido en carroza de calesita muda con sus ojos colgados a la sortija qué es el espacio sino esa disposición de lugares desconocidos terribles liberados frente a la ventana de esta que fue su casa de esta casa incendiada marrón de carne seca al sol a la sal del sol también terrible desconocido o descosido si fuere posible.

III
y si ahora todos corriéramos hacia esa casa infinita tras el polvo de la escarcha si fuéramos hacia ella como van los niños si fuéramos si sólo sintiéramos ser esos chicos corriendo siempre hacia la casa guardada por una madre caeríamos entre cuatro paredes inexistentes derrumbadas arderíamos una vez más como crepitaron esos cadáveres que llevamos en memoria que nos esperan también en la fosa con otras caras otras manos que sólo tocaron después del fuego del balazo o puñalada allí bajaríamos siempre siempre con los ojos mirando arriba al espacio dibujado entre la palada de tierra que nos cae encima qué otra cosa es este espacio sino la sensación ambigua de la liberación del constante volvernos niños del eterno regreso a los brazos de una mujer también madre si fuere posible.


(la casa tiembla)

la casa se muere dice la casa tiembla cierra las ventanas pierde el sentido de las horas esa casa ya no es mi casa grita condenada está la casa que se muere a destiempo entre las horas de la noche que pueden ser día y abre la puerta cuando nadie entra se ilumina en plena tarde y se arranca el pasto raíz a raíz se muere la casa se muere dice ahora deja que el agua se le filtre por el techo se empañe el espejo frente al sol no se cuida hasta las cortinas dejó caer no le importan las piedras perforando vidrios mi casa muere se muere está mal no reconoce mis perfumes se quita los clavos y caen cuadros las fotos que la muestran recién pintada y descascara colores que bien le hacen se deja golpear por el viento y la tierra que pasa por los huecos se muere la casa se muere nomás y el hombre de esa casa muere también amurado a las paredes las sombras que allí están lo miran caer frotar las manos en el revoque quitar uno a uno los adornos del dormitorio levantar la alfombra orinada por los gatos lo miran caer al hombre de esa casa que muere en cada ladrillo ve los días que ahora lo llevan a esa misma casa plena de sol de pasos apurados a los aromas del laurel el hombre es una hoja de laurel ahora arrojado al medio del salón donde levanta el piso desde abajo y lo ven caer también como a esa casa que se muere cerrar la puerta lo ven escuchar decir se muere la casa se muere no baila el hombre están ausentes la música las manos que lo llevan el vestido que lo guía no baila y grita dice que la casa se le muere que ya no soporta su peso que anoche dejó caer silencio en el patio y que la lluvia lo ahoga en ese silencio el hombre de esa casa también escucha a las paredes abrirse dicen que el hombre de esa casa que muere con él en él recién habitada persigue sombras en paredes que no están en el pasto seco del jardín pero está muerta la casa en la imagen que encuentra está sin pintura sin ladrillos cortinas está muerta la casa dice el hombre que se mira desde la ventana.


Andrés Cursaro nació en Neuquén en marzo de 1968. Es poeta y periodista. Publicó El pecado de soñar (Filofalsía, 1988, en colaboración con Rubén Gómez), Jirones de un desierto que oscurece (último Reino, 1999), Poesía y rock en vivo (disco compacto junto al grupo 113 Vicios y Palo Pandolfo, distribuido por la revista Bardo, en 2000), y compiló diversas obras para la Editorial Universitaria de la Patagonia. Es secretario de redacción del diario El Patagónico, de Comodoro Rivadavia (Chubut), en el que durante diez años editó el suplemento de cultura joven “Ojos de Papel”. Colaboró con distintas publicaciones de la Patagonia y del exterior. Actualmente reside en Rada Tilly (Chubut).

domingo, 19 de abril de 2009

Fresco Cecilia



AGUA

no éramos africanos
asiáticos ni exiliados
de ningún paraíso, pisamos
tierra llena de flores
sin nombre
mínimas
violetas
jugamos en los mimbres
entre el mallín y el lago
-a quién pertenecía o no
no era juzgado-
en el patio
la manguera se izaba como una serpiente
quedaba horas abierta para fabricar barro
y no sabíamos que en áfrica
en asia
acá a dos cuadras.



JUNIO

sobre el mallín encanecido diucas
la última estrella borrada por las nubes
todo el silencio posible en los oídos

el primer copo
girando desde lo alto.



CINCO DE ABRIL

Naufrago como vos
me come un monstruo como a vos

no respiro en una cama de hospital

goteo en una cama de la morgue.

Abril se acerca
sé lo que va a suceder
y no puedo alejarles la desgracia
no puedo detenerlos

no crucen esa puerta

esténse quietos

les hice un lugarcito en esta casa
tengo tostadas dulce mate
desayunen acá

tanto que pueden acostarse conmigo
en cada sueño.



LAS HUELLAS (frag.)

UNO: DOMINGO AL MEDIODÍA. EL HOMBRE SE DIO UN GOLPE EN LA CABEZA. DESPIERTA EN UNA HABITACIÓN. NO RECUERDA QUIEN ES. EN LA CAMA DE AL LADO HAY UNA MUJER DESNUDA Y EN CUCLILLAS. ES BLANDA PERO BELLA.

El techo es muy alto, el piso verde, las paredes verdes, por el silencio parece un mediodía de domingo.
Me duele el centro del estómago. Hay una mujer al lado mío, está desnuda. Sostiene las piernas flexionadas apretadas con los brazos y la frente apoyada en las rodillas. En esa posición parece dedicada a retratar mi angustia.
No sé cuánto tiempo pasó. Sé que me di un golpe en la cabeza. Sé que no recuerdo.
¿Recordaré alguna vez?
Si pudiera destrabar su posición me calmaría, estaría bien, no hay nadie alrededor y puede ser un buen comienzo. Desde que desperté está quieta. Quiero verla entera, quiero que se mueva. Podría ponerse a gritar si la toco, aunque no se, no creo, parece estar más allá de los sonidos.
¿Pero por qué destrabarla?
Porque mientras sigue inmóvil el tiempo no pasa. Tal vez sea un castigo. Tal vez mi castigo sea el silencio al lado de una muda en una cama de hospital.
No veo ningún indicio, soy yo el que está quieto, el que se queda en una cama de hospital quién sabe dónde. Ahora ella, distraída, separa las rodillas mostrando un sexo negro y malva, se chupa el pulgar como si no tuviera dientes. No vino nadie ni nadie trajo algo de comer, hay varias camas y sólo nosotros dos. Hace quién sabe cuánto no digo una palabra.
Ella se deja caer de costado en la misma posición, se duerme y no parece un ángel pero yo sí parezco un muerto, se chupa el dedo soñando, el pulgar arrugado.
Parece que es la muerte: la muerte es una cama de hospital en un pabellón vacío. La muerte es, en cuclillas, una muda al lado...

..CUATRO: 5 DE FEBRERO. ELLA PASA LA NOCHE EN TACNA, ESPERA A QUE SALGA SU TRANSPORTE. AL SUBIR AL CAMIÓN SE ENCUENTRA CON LA ABUELA DE SELENE.

Caminé mientras se iban abriendo los puestos. Las mujeres se sentaban en el centro de sus polleras, la que no vendía guisos vendía choclos, comían temprano desayunos grandes como almuerzos. Los hombres desplegaban pejerreyes del lago y nadie escapaba al código de sombreros. Salvo la mía no había una sola cabeza descubierta.
Con el sol fuerte del mediodía y el cansancio me acosté en la plaza como una turista más, con la mochila de almohada.
Soñé que estaba en un bar, con una remera blanca y la piel tostada. El pelo un poco mojado y todas las bebidas a mi disposición. No había nadie, el aire estaba fresco, suave, perfecto. Mi cuaderno de notas y mis fotos sobre la mesa. Afuera la gente pasaba desolada. Mujeres y hombres tenían la misma camisa gris, estaban rapados. En el sueño, del lado de afuera hacía un calor insoportable, lo sabía al tocar el vidrio. Me miraban. Me miraban con envidia y sin odio, ahí podía estar cómoda, a salvo del sol.
Me levanté, me serví jugo. Me senté, escribí. Me levanté, fui al baño, me serví hielo, me senté. Todo lo que necesitaba estaba a mi disposición: me sentía atrapada. Fui hasta la puerta, era de doble hoja, de calidad. La empujé para salir pero estaba sellada. Los ventiladores de techo difundían el aire perfecto, empujé más fuerte y nada, reboté yo pero las hojas ni se movieron.
Dos o tres cabeza-rapada pegaron la nariz al vidrio y me hicieron gestos que no supe si eran buenos o malos. Reboté una vez más contra la puerta, intenté con las ventanas pero no hubo modo. Estaba condenada al bienestar solitario mientras los que parecían expulsados de un asilo caminaban por la calle.

Me desperté mojada. Habían retirado los fuegos de la plaza y todos estaban delante de los puestos fríos. Pregunté la hora y no sabían. Deben ser... Pues serán las...
El sol había cruzado el mediodía y era tiempo, posiblemente, de ir a ocupar mi lugar en el camión. Tomé jugo, no conseguía tener hambre: las frutas parecían demasiado perfectas y el pan sucio. Decidí ir a Arequipa, porque sí, porque conocía el nombre de la ciudad y el puentecito escondido de algún vals.
Cuando llegué al camión estaba lleno, igual de silencioso pero completo de mujeres. No sabía si se viajaba separando los sexos o si era una casualidad. Yo tenía ganas de hablar pero no me animaba, temía encontrar la misma negativa del idioma en cada chola sentada.
Mientras trataba de ubicarme vi a una anciana que me decía hola y tendía la mano haciéndome un espacio al lado suyo.
-¿Quieres sentarte aquí?
Cuando se la agarré me dio confianza. Se la agarré amorosamente, casi desesperada, como si hubiera encontrado un diccionario, un vaso de agua en un desierto de voz quechua. No se por qué con el contacto de su mano me subió un nudo a la garganta y me senté hasta relajarme contra las maderas de la caja. No dijo nada pero no me soltó, era la primera vez que agradecía el silencio. Apoyó su otra mano en mi hombro y se me aflojó el cuerpo. Después desdobló una manta gruesa y clara sobre mis piernas y sacó del bolso un sándwich inmaculado...

Cecilia Valentina Fresco:
Nací en Buenos Aires en 1969.Desde 1975 viví en Bariloche y actualmente en Villa la Angostura. Desde siempre escribo, en poesía dos libros (inéditos)Versiones de la Araña,Caja Zeta y una novela Las Huellas. Textos míos salieron publicados en revistas (La Danza del Ratón, El Camarote, Espejos del alma, Diario El Cordillerano) cuentos en una antología del Fondo Editorial Rionegrino en 1987 (Sin Venganza no hay Madera) y otra del Fondo Editorial Municipal de Roca en 2008 (Estación trece). Actualmente también en una antología de poesía rionegrina compilada por Raúl Artola.
Menciono a Carolina Biscayart, Mónica de Torres Curth, Martina Cianis, Paz Lévinson, Alejandra Pérez, Eliana Navarro, Gustavo Wérfeli (Bariloche)Diego Reis, Marcelo Candia (Roca) Laura García (Villa la Angostura)

viernes, 17 de abril de 2009

Postumos- Marisa Vallory



EL ANGEL DE LA SED
(fragmentos)


las palabras

Que el ángel
No me desampare a la hora
De reunir las sombras
De las cicatrices,
que de ellas crezca el fuego
cada día.

***

Se comenzará con el ala esta ceremonia
pero es en la caída,
en la con jura
en los caminos,
en los altos soles
que
la palabra no me dice,
me vacía
me agota la lengua.
si fuera posible
caer sin ahogarse
sin arrancar los cuerpos
que disfrazan
el hueso incandescente
Y quebrar el vuelo
hasta ver el nudo ardiendo
de sed.


***


Los días

Aquí se alza la voz,
nada se sumará al sonido de este día.

***

El silencio de las ventanas
abre la noche
estar de costado espiando un sueño
el temor de la gente en los mercados
la furia en las ciudades
tu respiración que baja y sube
y vuelve del mar y toma el tren
y yo se que hay un pájaro en el alba
y esconderé los pies en los zapatos
y me peinaré como todos los días.

***

La cena es este cuerpo
que convida su hambre
y anuda
un estertor de silencio
en el centro de la mesa



Los sueños

Bajo la llamarada
el sol parecía vivo


***

Atentamente, al parpadeo
del vacío
escucho las primeras letras.

Una maga
ruega al silencio
de la única palabra


***

En esas cuevas
Buscaba mis demonios
como un animal
que olfatea la luz.
La memoria olía la señal
de la sustancia
del sol y de los huesos.
Bajo la flores del mar y del espanto
aprendí a Borges y a Baudelaire.

Aprendí a Poe
en las borracheras
de aquel viejo
que decía ser mi padre
y supe
de un poeta
que solía buscar una mujer
al sur
y se moría de gris
deseando el mar.




***


En otros cuerpos
Dimos a la serpiente
El fruto, el vino y la sal.
Estábamos heridos por el hambre
Aunque Sísifo subiera a la cresta del lecho
Y Perseo reclamara una madre.

Al llegar al médano
Ombligo estremecido por la sed del mar,
Los ríos de la sangre desbordaron
Y vimos a los viejos
Sobrevivientes del mar y la meseta
Alzando a los hijos del bien y del mal.


***

He visto florecer
A los árboles
En los desterrados
Corazones de los pájaros.
Crecían en el profundo
Reposo de la sangre.









Las muertes


¿En que lugar la vida se parece a la vida?
Es la ausencia el lugar de la taza que no está
la puerta que no abre
el regreso de las tardes con piedras y fogatas
tu aire de marino
ten un barrio sin muelles
y ese olor de retamas
que nos llama al silencio



***


Despierto y los días caen
Como mansos cadáveres de pájaros.


Marisa Vallory nació en Comodoro Rivadavia, allí pasó su infancia y su juventud. El mar, la costa del kilómetro 3, el Barrio General Mosconi y el Nacional Perito Moreno marcaron su vida por aquellos años. Desde muy joven formó parte del grupo que se reunía alrededor de David Aracena y sus poemas aparecieron en Las Palabras y los días, sección el Diario El Patagónico que firmara como Juan de la Punta Borjas y en la que solíamos escribir los habitantes de los suburbios de David y Anita.
En los años que van desde mediados de los sesenta hasta poco más allá del setenta y seis se gestó entre Comodoro Rivadavia y Caleta Olivia un movimiento cultural que abarcó el teatro, la literatura, la plástica y la música y el periodismo El origen de este movimiento fue, probablemente, el diario el Patagónico, en ese momento el director era Roque González, el jefe de redacción Ezpeleta y andaban por allí Asencio Abeijón y una adolescente llamada Viviana Poli y sus gestores: David Aracena y Anita Pescha quien en su casa en Diadema Argentina (sobre el final en la cabaña de troncos del Barrio Pueyrredon) tenían una suerte de hogar para artistas y poetas.
En teatro: Gustavo Bove, Goyo Glinsky, la Muestra Nacional de Teatro que organizaron en el año 70 y el primer café concert que se llamaba “La pulga azul” y terminó sus días con una amenaza de bomba una noche que actuaba María Vaner o el grupo de teatro octubre y Norman Briski o algún otro que comenzaba a incomodar al poder. Alfredo Sahadi tenía su propia sala en la calle Belgrano y en Caleta OLivia ANET (Agrupación Nuevo Teatro) entre el año 1970 y 1975 puso en escena Amor Maternal de Augusto Strindberg; El Enviado y El Mundo es lo que es; de Alberto Moravia y cinco espectáculos de creación colectiva del grupo ANET. Estaban: Isla, Catalogna, Hugo López, N. Isla, Liberatore, Serra, Baeza, Freile y otros.
Entre los artistas plásticos andaban, siempre de paso para Sarmiento, Ana Reyes Sosa y Caroli Williams, (que habían pasado unos años en el taller de Petorutti), Eduardo Castillo, Dola, Morón y bajaban desde la cordillera, de paso para Europa, los Chatruc ¿Qué habrá sido de Vivi Chatruc y sus hermosos ojos oscuros?
Pasó por la casa de David, Ricardo Aronovich, director de fotografía de Scola, Costa Gavras y Resnais quienes conocen de cine saben a quien me refiero. Jon Vilela Beitía un documentalista extraordinario, que filmó los incendios de los pozos petrolíferos (el Cóndor 10 entre otros) y había formado parte de la tripulación de un pequeño velero llamado Gandul encabezado por el Capitán Díaz para cruzar el Estrecho de Magallanes , dar la vuelta al mundo y filmar la aventura. El Vasco falleció en 1991, en Comodoro Rivadavia, dejó su impronta en dos personas muy jóvenes: Hugo Arizmendi y Lidia Cifuentes ellos se marcharon Hugo Arizmendi a EEUU, donde se incorporó a la industria cinematográfica, su nombre suele aparecer en los créditos de algunos importantes filmes norteamericanos y Lidia se marchó hacia Paris en 1975 donde ganó un importante concurso de La Academia de las artes y técnicas del cine de Francia con un guión que nunca veremos en la Argentina. Los escritores y poetas eran los más numerosos. Diego Angelino, Juan Carlos Moisés, Cristina Buczack, Elpidio Isla, Angelina Coicaud, Pablo Strujel, Vilardo, Terraza, Marisa Vallory y Carlos Amato. Más tarde aparecieron Aliaga, Cursaro, Ancalao, Espíndola y más acá, otros que continuarían una línea histórica que alguna vez definirá la existencia de una literatura patagónica. Tres revistas literarias circularon por los setenta en Caleta Olivia: Viento que dirigía Armos Moreno. La Loca Poesía y Recienvenido arte libre, dirigidas por Elpidio Isla fueron prohibidas por la dictadura. El periodismo gráfico se mantenía con Crónica y el Patagónico y el diario Epoca a los que se sumaron en Caleta Olivia EL FARO que duró nueve ediciones (hasta la detención en 1977 de sus responsables: Alberto Luna, Jorge Alegret y Elpidio Isla) y EL REGIONAL un semanario que apareció en 1981 dirigido por Elpidio Isla, fue destruido por un atentado en 1982, a pesar de todo se editó hasta 1987)
En este medio se formó Marisa Vallory quien por mediados de los setenta se fue de Comodoro Rivadavia. Escribió un solo libro de poemas: “El ángel de la sed” que bastaría para hablar de una obra poética intensa, desgarradora en su sencillez, pero de una profundidad que nos hace pensar que su temprana muerte nos privó de una poeta de incalculable proyección.
Obsesiva y conciente no quería publicar hasta haber conseguido la depuración y la síntesis que conformaran su severo espíritu crítico. La muerte le llegó cerca de los cuarenta años cuando estaba preparando la edición de El Ángel de la Sed. Hay poemas suyos desparramados por diversas revistas de los sesenta y setenta y salvo la traducción de sus poemas, realizados por una ignota revista polaca, este es el primer rescate que se realiza de su obra. Marisa Vallory murió en el año 1999. Cumpliendo sus deseos sus cenizas fueran dejadas en las playas de Km. 3, donde había pasado su infancia. Su único libro, EL ANGEL DE LA SED, permanece inédito.

elpidio isla

lunes, 6 de abril de 2009

Ancalao Liliana





yo he visto a los chulengos

yo he visto a los chulengos en manada
iluminados por la luna

cuando aparecen ellos
el invierno se entrega
cubierto de pelusas y de lana
he visto el aire estremecido entre sus ancas tibias
y a la libertad y a la ternura
galopando con ellos
sueltas
por la tierra

he visto creo
más de lo que merezco:
he visto a los chulengos desde lejos

yo presiento que he de andar más todavía
quién sabe cuánto
hasta vencer el miedo de acercarme hasta ellos
para medirme en sus ojos tan profundos de espacio
y aceptar el milagro de un silencio de nieve
que desprenda la costra los últimos abrojos

si resisto es posible que me permitan ellos
sumergirme en sus ojos ingenuos infinitos
estaquearme un instante
en el centro del tiempo

ser la libertad ser la ternura
galopando con ellos
sueltos
por la tierra

................

poema del mameluco

el mameluco de mi viejo espera jubilarse
por el resfrío crónico del pozo
y el dolor de las espaldas

tiene el talle del cansancio en la garganta
el salario ajustado en la cintura
y guarda un corazón de estopa en el bolsillo

es un guerrero de cielo desgastado
tiempo de flor con la investidura de una roca
una protesta de sueño apresurado
por el turno: ese tirano

cuando este mameluco se une a otro
de dos despojos se hace un alma
y los pasos que caminan juntos
caminaron solos mientras yo dormía

cada mancha es un grito de impaciencia
de petróleo que amanece de pobreza
son frentes amplias son banderas
caliente la mirada por saberse limpios
mamelucos postergados pero enteros

mameluco
en una arruga de asombro por la luna
tenso el brazo el bolsito de la vianda
el paso duro

por no aflojarle a la vida
viejo
no aflojarle
.................


hijas

I

yo andaba
tan derramada por la vida
dando lástima imagino
qué dirían de mí
tan regalada al mar

y me nacieron

dos hijas madrugadas
de innumerables ojos
brillantes impacientes

vinieron a juntarme
me ordenaron los días
en estantes de leche
trivisol
y vitina

sin consultar siquiera
me invadieron



II

nacieron
y los peces relampaguearon en la oscuridad
y hubo fauces por los cuatro costados

aprendimos el lacerante miedo
de no tener pan
y abrigo
para ustedes



III

qué resistencia de personitas
al acecho
de un resquicio una fisura
por donde filtrar su luz
su desbandada luz
su verdad insoportable

justo a nosotros
que nos hacemos los fuertes
justo a nosotros
y nos quedan grandes



IV

y cuando ya no puedo
cuando el viento me arroja paladas de ceniza
y ya casi me tiene
ahí apagada

abren a gritos la puerta más pesada
pasan a risas sobre el silencio más sordo
y me traen ¿para mí?
una flor amarilla de esas
que pegotean su perfume en el baldío

se van
tras el amigo nuevo que junta cascarudos

yo me quedo así
recordada
como una piedra

quién lo diría
voy a estar aquí
cada vez que vuelvan

..........................



inakayal taiñ üngum nefiel mew

ngüne kintufiñ kallfü
ti külangen ti küpam mew
ti piwke ñi ngenoafelüw külen

pefiñ kallfü
furitulen küyen mew
ngünel külen ti mapu pengel kimuam
pekan ngenon ka ngenozungun mew
rulmenon kiñe witan no rume
ti kuyfi tren mew
ñi wiñomum feychi antü

ñüñmaafiel ñi küwü ka ñi nge
ka puliwen pefi
ñi entulel nofiel nge kürüf

kimfal ngen
chezungun mew
... inakayal... lonko... piwke...
mewlen mew
küme newe nofiel ti üngüm külen

ti kallfü ponwi
inazafiñ ñi chumlen
ka küpalfiñ
kuyfi mew
ka ti afpulu mew

antüngür
kayupange
anay lamngen




esperando a inakayal

Volvió Inakayal. Los huesos del lonko habían permanecido desvelados demasiado tiempo en la vitrina de un museo.Volvió para descansar en la tierra.
Mis paisanos lo esperaban en Tecka. Puntuales estaban allí: Fabiana y Silvia.

las imagino celestes
el frío en las polleras
el corazón desandando la impaciencia

las veo celestes
de espaldas a la luna
atentas a los signos de la tierra

sagradas y en silencio
por no perderse ni un latido
del tiempo aquel que regresó ese día
a tocarles las manos y los ojos
y las halló tempranas
sin esquivarle la mirada al viento

merecedoras del rumor en chezungun
... inakayal... lonko...piwke...
en remolinos
hasta aquietar la espera

del fondo azul
recorto sus figuras y las traigo
desde antes y hasta el horizonte
antiñir
cayupán
anay hermanas


Liliana Ancalao (1961). Poeta, escritora y educadora nacida en Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut. Profesora de Letras, integra el grupo universitario de investigación de mapuzungun -idioma originario mapuche- y da talleres de enseñanza del mismo. Integra la comunidad mapuche-tehuelche Ñankulawen. Coordinadora de talleres literarios, también es organizadora de recitales de música y poesía con el grupo Arte Popular en los Barrios. Su poética, de un profundo conocimiento del alma mapuche, es una voz reinvidicativa de la lucha de los pueblos originarios. Es autora del poemario: "Tejido con lana cruda".