Censo canino
Un hombre
toca el timbre.
Al salir
me pregunta
si tengo perro.
Le digo que no.
¿Y la cuchita?
señala,
apuntando con el mentón.
Es empleado municipal
y tiene el aire triunfal
de haber
descubierto
una falta.
Se me murió, le digo,
guardo la cucha
de recuerdo.
La mención de la muerte
lo trastorna
y me pide disculpas.
Lo veo alejarse
y pienso
en mi padre.
En
lo
de
él
que
no guardo.
Un león en la nieve
Escribe sobre la mesa de la cocina
en un cuaderno de tapas duras
forrado de rojo.
Anota la fecha sobre el margen izquierdo
y después cosas como:
Llevar 2 bolsas Cemento Obra Castelar.
Pagué 200$ Varela Adelanto Revoque fino.
”Vecino”: anoche estuve a punto de matarlo.
Es mi padre.
Escribe pero no hace literatura.
Su estilo se remite al registro del caos.
Es mi padre.
Narra sus transacciones con el mundo.
La idea de modernidad
Ahí donde Ud. nada, ella se ahoga,
dicen que Jung le dijo a Joyce
cuando éste le pidió una opinión
sobre los textos de su hija psicótica.
La anécdota forma parte de mis recuerdos.
Mis recuerdos son de otros.
Una memoria es como un campo
de margaritas silvestres junto al lago.
Un campo en trance.
de “La Cuna de Newton”, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2007.
Inéditos:
En octubre
Se me cae la boca y no hago nada, ni siquiera un gesto de la mano, enarcar de cejas o arrugar la nariz.
Tropiezo con mis dientes, los pateo
como canto rodado.
Mi lengua se desprende seca, achicharrada
y se hunde miserable en el polvo del mundo.
La situación me deja indiferente aunque mi corazón
late a buen paso.
No es por ahí el miedo que me ocupa.
El deseo se ausenta una mañana y después da lo mismo
hablar, callar, tapar el hueco del silencio,
recordar cómo era la vida cuando era.
A la nochecita
A la nochecita me pongo a cocinar una feijoada para Mansilla que viene del desierto buscando un porqué. Alguien le dijo que la sé hacer. Que aprendí en Itabira do Mato, Minas Gerais, la ciudad donde nació Carlos Drummond de Andrade y adonde todos saben nunca fui pero sueño con ir. Con jugo de maracujá, leche condensada y vodka hice una jarra de capeta bahiana, la bebida del demonio, y por si hace falta pasar a la caipirinha dejé a mano una cachaça envelhecida del valle de Paraiba que promete. Un rato antes piqué unos ajos barrigones en la tabla y un par de cebollas. Lloré un poco aprovechando la ocasión. Me sentí feliz de estar tan triste. El cuchillo no tenía filo y lo pasé por la piedra como si supiera. Hice igual con la feijoada. Anoche dejé los porotos negros en remojo, la carne temperada con diversos aromas y ahora mientras pongo el arroz, espero a la visita y confío en la inspiración.
Un hombre
toca el timbre.
Al salir
me pregunta
si tengo perro.
Le digo que no.
¿Y la cuchita?
señala,
apuntando con el mentón.
Es empleado municipal
y tiene el aire triunfal
de haber
descubierto
una falta.
Se me murió, le digo,
guardo la cucha
de recuerdo.
La mención de la muerte
lo trastorna
y me pide disculpas.
Lo veo alejarse
y pienso
en mi padre.
En
lo
de
él
que
no guardo.
Un león en la nieve
Escribe sobre la mesa de la cocina
en un cuaderno de tapas duras
forrado de rojo.
Anota la fecha sobre el margen izquierdo
y después cosas como:
Llevar 2 bolsas Cemento Obra Castelar.
Pagué 200$ Varela Adelanto Revoque fino.
”Vecino”: anoche estuve a punto de matarlo.
Es mi padre.
Escribe pero no hace literatura.
Su estilo se remite al registro del caos.
Es mi padre.
Narra sus transacciones con el mundo.
La idea de modernidad
Ahí donde Ud. nada, ella se ahoga,
dicen que Jung le dijo a Joyce
cuando éste le pidió una opinión
sobre los textos de su hija psicótica.
La anécdota forma parte de mis recuerdos.
Mis recuerdos son de otros.
Una memoria es como un campo
de margaritas silvestres junto al lago.
Un campo en trance.
de “La Cuna de Newton”, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2007.
Inéditos:
En octubre
Se me cae la boca y no hago nada, ni siquiera un gesto de la mano, enarcar de cejas o arrugar la nariz.
Tropiezo con mis dientes, los pateo
como canto rodado.
Mi lengua se desprende seca, achicharrada
y se hunde miserable en el polvo del mundo.
La situación me deja indiferente aunque mi corazón
late a buen paso.
No es por ahí el miedo que me ocupa.
El deseo se ausenta una mañana y después da lo mismo
hablar, callar, tapar el hueco del silencio,
recordar cómo era la vida cuando era.
A la nochecita
A la nochecita me pongo a cocinar una feijoada para Mansilla que viene del desierto buscando un porqué. Alguien le dijo que la sé hacer. Que aprendí en Itabira do Mato, Minas Gerais, la ciudad donde nació Carlos Drummond de Andrade y adonde todos saben nunca fui pero sueño con ir. Con jugo de maracujá, leche condensada y vodka hice una jarra de capeta bahiana, la bebida del demonio, y por si hace falta pasar a la caipirinha dejé a mano una cachaça envelhecida del valle de Paraiba que promete. Un rato antes piqué unos ajos barrigones en la tabla y un par de cebollas. Lloré un poco aprovechando la ocasión. Me sentí feliz de estar tan triste. El cuchillo no tenía filo y lo pasé por la piedra como si supiera. Hice igual con la feijoada. Anoche dejé los porotos negros en remojo, la carne temperada con diversos aromas y ahora mientras pongo el arroz, espero a la visita y confío en la inspiración.
Algunos poetas patagónicos:
Raúl Mansilla, Jorge Spíndola, Macky Corbalán, Cristian Aliaga, Ariel Williams, Eliana Navarro, Marcela Saracho, Melissa Bendersky, Liliana Campazzo, Vanessa Arroyo, Sebastián González, Carlos Blasco, Tomás Watkins (los poetas del grupo Celebriedades de Neuquén), por nombrar algunos de los muchos que hay.Para saber de otros poetas que considero indispensables los invito a visitar "Una de poetas", sección de poesía en http://www.bariloche2000.com/ ó http://www.noticiasdebariloche.com.ar/, se renueva semanalmente, los días lunes.
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