miércoles, 22 de octubre de 2008

Zondek Verónica



Parte del poemario POR GRACIA DE HOMBRE (LOM Ediciones, 2008)

PROGRESO

Lo sé sin traición ni documento.
Esta es mi casa y ya no es.
Hierven los recuerdos de escalón en escalón
y altísimos hasta el piso 15 se pierden en la nada del cielo
gris ahora y no azul del no, ya recuerdo.
Tres peldaños con pisadas y barro en la entrada
una herradura quejumbrosa en un clavo de la puerta
y un aura que defiende el hálito familiar.
Sí, un piso cuadriculado en la cocina
un pulcro tablero y una Clorinda para el buen aseo
un pan que presto se amasa en la memoria
un horno que cuece la torta del barro infantil.
Sí, recuerdo la sombra alternada de los postigos
y el eterno recuento de líneas en desvelo
y las voces celestiales
y también las otras
esas
las que amonestan
las que invaden mi cabeza en reposo pretendido
y obligan la lectura a la luz de una linterna
para que Dios mediante no cunda el pánico.
Sí, una quejumbrosa escalera recibe mis zapatos colegiales
y destapa y ondea esa independencia de pelo en pecho.
Sí, una entonces bravucona y vociferante
una hinchada en llanto y risa y nervios de principiante
una colgada como todos en el ojo del tiempo propio.
Tantos y tantos días errantes en el desierto del hogar
concentrada en el decir aparte de los mayores
llenando el vacío que a ratos hincha
para luego hilvanar una historia en demasía propia
inteligible, por supuesto, en un otrora tan cuerdo
y ese armario con sorpresas en el pasillo
no otra cosa que un mar antañoso con su completo oleaje
encerrado bajo una y siete llaves de cancerbero
silencio y secreto pocas veces entreabierto
baúl de piratas y cueva de duende maldito
deseando la dolencia para violarle el sello
y las albas paredes de adobe
desnudas y sin cáscara en medio de las tembladeras
y los libros que derrumban sobre la cabeza
y la invasión de maestros componedores
y el polvo y el desorden y el silencio arrinconado
y la tremenda molestia del ajetreo.

Vanidad.
Vanidad de la materia que acoge el recuerdo
cual cofre silente entregado a la retroexcavadora.

Progreso
frío y bello como el hielo azul de los glaciares
que pudiendo apenas y con la venia de dónde la carretera
tampoco sabe ni pregunta
y toma la sartén por el mango y entierra bajo el trueno del hacer
el bellísimo pensar y encadenado al fuego
que una vez ya nos fue arrebatado.


FUEGO

Toda la carne un fuego.
Fuego el odio y fuego el amor.
Fuego en los hornos y caer en las mientes.
Fuego para el frío, Anguita
en el cocimiento brujeril de medianoche.
¿Cómo salvar del fuego Anguita?
¿Cómo tragar el dolor entre llamas azules
en la infernal hoguera de las Inquisiciones
o en la quema de libros con Torquemada
o en aquella última,
Anguita,
cuando incendiaron libros para sofocar revoluciones?
Y ¿qué de ese otro fuego tan perfecto
ese, el amarillo de Auschwitz,
rasgando carnes tan añejas y tan tiernas
o esas otras llamas
esas
las del católico crematorio en plena ciudad?
No fue por nada el cambio Anguita:
es que el alma y las monedas, dice el Papa que dicen los físicos
perviven entre las llamas y salvan
aunque tú no lo alcanzases a saber.
Y ¿qué del fuego rojo que calienta la olla común
o del fuego en los ojos de niños con sed
amuñados de tristeza en la costilla falta de terruño
refugiados en los siglos y a la espera de la espera
abandonados en tanto territorio enemigo?
O del fuego fogón sureño
mariscos todos retorciéndose en su jugo
ellos en su salsa, nosotros comiendo
y del fuego que quema la entraña
y del otro, Anguita
ese que persiste negro en la memoria
que como siempre supiste
aplasta y entorpece la vida
o esos otros
los fuegos artificiales que arden el cielo
o misma yo
quemando papeles propios para evitarte
o mi padre
que también ardió en fuego hasta el humo
marchando en huesal anodino
sobre las aguas habitadas y turbias.

¡Qué fuego ni que fuego!, Anguita.
¿Qué fuego es ese que me amaga?
¡Qué fuego Anguita, que no sofoco
ni el ardor
ni la rabia ...!


Del libro VAGIDO (Ultimo Reino, 1991)

Parto I


Tierra entreterrar quiero
para señal de filo fingir
en el pelaje que cubre tu pudicia
mi carne que transgrede
transgresora que arremete
y fornica.

Parturienta
transpiro tu vida
transcribo tu seña
a mi huella rúbrica.

Si el negro rocío de tu pluma
en mi cuerpo pesara.
Si del alma manara un río
maná mi lodo
atada mi carne en el vertedero
pútrido el deshecho
y brillante el terso metal
en mi sangre apuntara
un punto para ganar.

En trampa
mi grito al anca
mi vago
lejos
en tierra
mi barro aparte
mi niño.



XIX


En su nido
pía el pío
nace
la yo piadosa
la nida en la nada
la nada que me flota el crío
la cría mía
llora
llena la nada
me nombra
me quema la pestaña.

Tu aire todo para mi ojo
para entera verme tú
mi otro
sin la mía cumbre en tus cuatro pies
en la calle oscura
en todas partes

habiéndo
me.


XX


Para partirte niño
parto me doy
partiéndome
ahora
tuya
encuerpado otro
sangrándome mi mí
parto
parto partida
para partir parir descalza
como empezando.

Me engajo entera
y no me siento tiento
tentándome al desgajo continuo
que voy dejándome
en el camino.

Verónica Zondek nació en Santiago de Chile en 1953. Reside en la ciudad de Valdivia. Poeta, traductora y gestora cultural. Licenciada en Historia del Arte en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Forma parte del comité editorial de LOM Ediciones y de algunas revistas en Chile y el extranjero. Es Asesora externa del Dpto. de Coordinación de Extensión de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Austral de Chile. Ha participado en numerosos encuentros literarios, tanto en el país como en el extranjero y ha sido co-organizadora de muchos. El último es el reciente Coloquio Internacional Escrituras de la Traducción Hispánica realizado en La Universidad Austral de Valdivia. Ha formado parte del jurado de concursos como los del Consejo del Libro, Fondart, Chilectra y Santibán y ha obtenido dos veces la beca que otorga el Fondo del Libro para escribir. El 2007 recibió la beca Fondart para realizar el proyecto La Raiz del Viento en la Patagonia. Ha sido publicada en antologías de poesía y en revistas de literatura tanto nacionales como extranjeras. Sus libros publicados son:

POR GRACIA DE HOMBRE (poesía) – LOM Ediciones, Santiago, 2008
EL OJO ATRAVESADO II - Gabriela Mistral entre los uruguayos
(incluye CD con las conferencias que Mistral dictó en Montevideo el año 1938), Edición. selección, notas y comentarios Verónica Zondek y Silvia Guerra, LOM, Stgo., 2007
EL OJO ATREVESADO - correspondencia entre Gabriela Mistral y
los escritores uruguayos (epistolario), edición, selección, notas y
comentarios de Verónica Zondek y Silvia Guerra, LOM, Stgo., 2005
EL LIBRO DE LOS VALLES (poesía) Editorial LOM, Santiago., 2003
LA MISION DE KATALIA (cuento infantil) Editorial Faro de Luz,
Santiago,2002
ENTRE LAGARTAS (poesía), Editorial LOM, Santiago., 1999
MEMBRANZA (poesía, recopilación obra publicada), Co-edición Editorial Cordillera, Canadá y Editorial Cuarto Propio, Santiago., 1995.
POEMAS (traducción poemas de Derek Walkott), Plaquette, Ediciones Bajo el Volcán, Santiago, 1994.
PEREGRINA DE MI (Poesía) Editorial Cuarto Propio, Santiago, 1993
VAGIDO (Poesía), Ediciones Embalaje, Museo Rayo, Roldanillo, Colombia, 1990 y Editorial Ultimo Reino, Buenos Aires, 1991
CARTAS AL AZAR (muestra de poesía chilena), hecho en colaboración con María Teresa Adriasola, Ediciones Ergo Sum, Santiago, 1989
EL HUESO DE LA MEMORIA, (poesía), Editorial Ultimo Reino, Buenos
Aires, 1988 y 1995
LA SOMBRA TRAS EL MURO, (poesía), Ediciones Manieristas, Santiago, 1985. Ha sido traducido al inglés.
ENTRECIELO Y ENTRELINEA, (poesía), Ediciones Minga, Santiago, 1984

los poetas del sur que siente que no han sido nombrados y que me parece que tienen una obra que debe leerse son: Adriana Pinda, Clemente Riedeman, Maha Vial, Ricardo Mendoza, Jaime Huenún, Damsi Figueroa, Yanko Gonzalez

2 comentarios:

Vivi Geeregat dijo...

Estimada,
cuente con todo nuestro apoyo y difusión.
Un abrazo y que viva el sur austral, carajo!

La Moro dijo...

Es éste mi primer acercamiento a la escritura de Zondek, y casi me animo a decir que a muchos no le agradará, a otros tantos sí, pero lo que es seguro es que no puede pasar desapercibida. La enumeración caótica de “Progreso” me obligó a releer los versos una y otra vez; no sé si hay intención críptica en esa escritura (tendría que leer más de su poética antes de decidir algo como eso); más allá de la respuesta lo cierto es que referenciar ciertas ideas en el título es un ejercicio arduo que nos recuerda lo inútil de intelectualizar al extremo la poesía. Evidentemente esta especie de “fluir de la conciencia” de la voz lírica se afinca en la remembranza para generar desde allí la descripción de sensaciones, de espacios simbólicos que significan en el cosmos construido por esa misma voz (quizás en ningún otro), proponiendo una autorreferencialidad entre el yo y el tú que, en lo personal, me resulta novedosa no tanto por su continente tanto como por su contenido. Si bien no disfruto de los poemas descriptivos que tienden a proponer la introspección como clave de lectura, creo que es muy destacable en esta autora el juego dúctil entre las metáforas y las sinestesias para contraponer, con una mirada nostalgiosa, un pasado comunitario que se disfraza de anecdotario personal (desde el pan amasado hasta el ajetreo de los temblores) con el presente del “progreso”, que irrumpe en el poema con la violencia de su léxico para arrebatar(le/nos) el “cofre silente” de la memoria.
Disfruté más libremente, por lo lúdico, los poemas breves extraídos de Vagido. Lúdica, obviamente, la lengua que forma, deforma, conforma y reforma. Lúdico, también, el coqueteo constante entre el tema del parto –aquí, de signo y estilo netamente femeninos- y esa misma lengua que lo poetiza, y que se niega a caer en el recorte de “lo gineceico”, en pos de salvaguardar la originalidad de la expresión.