martes, 21 de octubre de 2008

Oyarzún Díaz Pavel



Bienvenida La Poesía Del Futuro

Bienvenida sea la poesía del futuro.
Esa poesía que reventará como una flor
en plena calle,
o como un cadáver después de varios días.
Bienvenida sea la poesía colgada de las nubes
y de los edificios.
La que soltará en este mundo su alma
de bestia carroñera.
La que olfateará a la muerte desde lejos.
La que llegará delgada y tenue
como las primeras lluvias del otoño,
y suave como los tejidos de las vísceras.
Bienvenido sea su ritmo de agua en caída libre,
o su sonido de artefacto eléctrico.
Pronto estará entre nosotros,
bendiciendo el acto sexual entre la especie,
o comiéndole los ojos a los muertos.
Hasta aquí llegará con su espíritu redentor
funcionando,
o con su instinto homicida adiestrado y carnívoro
como el que empuñan las tropas de asalto.
Bienvenida sea la poesía del futuro.
Bienvenidos sean sus actos de magia.
Sus contorsiones acrobáticas.
Sus caricias y besos de película.
Sus espectaculares suicidios
archivados en las páginas rojas de los periódicos.
Aquí, y en ninguna otra parte,
establecerá su reino,
su hacienda,
su recinto milagrero abierto al público
La verán caminar sobre las aguas.
La verán dormir en los parques.
La verán en las noches de luna
como suspendida de aquella luz fantástica.
La verán aullando y con espasmos,
tirada en el suelo.
Podrán verla haciendo latir las memorias,
o en cada herida cortante
que dejará el paso del olvido sobre los rostros.
Bienvenida sea, por fin, la poesía del futuro.
Ábranles las puertas y las ventanas,
las arterias,
los huesos,
los ojos,
y prepárense para lo que pueda ocurrir,
porque vendrá de todos modos,
así sea para velar por la paz de sus almas,
o bien,
para levantarles la tapa de los sesos.


Regreso Al Bar

En memoria de Rolando Cárdenas


Regresar al bar como a un vientre,
y a la primera tibieza que nos recibió
y que alguna vez, seguramente, nos pareció eterna.
Regresar al bar porque todos los caminos
conducen a él,
y porque entre esas cuatro paredes
hay más redención y misericordia
que en trescientas iglesias juntas.
Estar entre sus habitantes otra vez,
sentados a la mesa de siempre,
bebiendo el vino lentísimo
que nos deparó el tiempo.
Regresar por las palabras y la memoria
y por la propia sombra que allí dejamos
entibiándose,
tras el alto muro de la noche.
Regresar como de costumbre,
y a la misma hora.
Entrar al bar,
de corbata, bien peinados,
y después de muertos.



Rimbaud

No hay descanso para el insigne en la búsqueda frenética:
el oro del Sol.

Arden las arenas de África al paso de este hombre.
Fe y blasfemia al mismo tiempo,
y casi no hay tiempo,
ni agua,
ni piernas para la marcha ( la pierna derecha en ruinas:
espantad las moscas;
el zumbido de la muerte).
Dios se ahoga en su boca: escupe sangre.

No hay descanso. Va tras el oro del Sol,
para apagar su sed de luz,
poseído por la santa fiebre,
bajo terribles dolores,
alucinado

- El horizonte que le divide los ojos en dos hemisferios
es una marca de nacimiento-

No hay paz para su alma, con los pies en la tierra,
o arrojado al piélago que llama desde lejos,
en los arrecifes - voz hundida de arenales -
acantilados,
piedras y ultratumba.

Partir es delirio; llegar es abismo.
Dos caras de la moneda. De todas las monedas del aire
- oxígeno arduo para el que avanza en el yermo-

No hay destino digno, y por lo tanto verídico
sobre la faz del día.

No hay dónde quedarse en este mundo
sin entregar el corazón a la parálisis.


Sólo queda el camino,
caminar.

Quietud es lepra.

La ruta de este hombre es temible.
Es trabajo de bestias en la cantera del tiempo.
Es guerra a cuchillo con el presente.

Entonces,
movimiento perpetuo.
La marcha y el insomnio.
Arder en la realidad del cielo.

- Emprendió viaje en dirección del Sol, como Icaro,
pero no ha caído-

Negación Del Sur

Días inquietantes le esperan a esta
poesía mía
Días del instinto abierto hacia el vacío
y las ferocidades.
Días de la estampida enceguecida,
y del desbande del pánico.
Días de cataclismos y desbarajustes totales
entre el humus y la bruma.
Ya no podré, yo, poeta del sur,
desplazar la serenidad de mi alma
bajo este cielo,
y andar diseminado
en esta lluvia sureña,
parpadeando lentamente,
y con un canto silvestre en la sangre
que capture a las hojas de los árboles
en pleno aire,
antes que toquen el suelo del otoño
que las arroja y las recibe
en la humedad ondulante de la hierba
No podrá esta poesía mía
andar con tranco de bestia mansa,
sureñamente mansa
Días inquietantes se asoman en la lontananza,
pero ahora sí que de verdad.
El Sur será negado tres veces
y cien veces más.
No más Sur para los ojos.
No más Sur para la lengua.
No más Sur para huesos y sangre juntos.
No más Sur en ninguna parte.
Esta posía mía tendrá que
perder la inocencia
de los inocentes parajes
que serán borrados del mapa.
Tendrá que ocultar su clorofila
y su oxígeno.
Ocultar su alma zoológica
por donde se mueve y respira
la fauna
que caerá en la trampa,
o que será alcanzada
por la onda expansiva
del estruendo
revienta órganos,
revienta ojos,
revienta tímpanos,
revienta alas
de los árboles derribados para siempre.
Está escrito que esta poesía mía
será pieza de caza menor,
en el Sur que será negado
tres veces
y un millón de veces más.
Las celadas estarán tendidas a su paso,
por toda la zona
en la que se mueve.
A ras del suelo húmedo
estarán abiertas como fauces,
mimetizadas las quiebra versos:
esperando la caída
de la también bestia acechada,
del también ejemplar manso
hasta la médula de su canto,
para que se pose en ella
y se active el macanismo
que le hará estallar las imágenes
y la sangre,
y se produzca el alarido espeluznante
en la garganta de la doliente
Está escrito que habrán
más y más detonaciones.
Más y más acero entrando
en la carne blanda.
Y más ruido de motores impactando
floresta adentro.
Y más fotografías aéreas y rincones
descubiertos a la tormenta eléctrica.
Y más descenso definitivo del metal
en punta,
corteza abajo.
Y más combustibles de toda icineración.
Y más dentelladas al aire y máquinas,
y más compuestos químicos,
y reacciones en cadena.
Y más fuego todopoderoso y todomortuorio.
Y más muerte de un solo golpe,
en éste, ya nunca jamás,
prometido paraíso.
Está escrito
que esta poesía sureña
ya no podrá
andar con tranco de bestia mansa,
sino que,
instinto homicida abierto
de par en par;
ojo abierto de par en par, la centinela;
oculta en el más lejano promontorio,
en medio de la hecatombe;
dispuesta a todo, la acorralada,
y ya nunca más, la tendida plácidamente
sobre la hierba,
sino más bien…,
poesía atenta,
poesía de la pupila dilatada,
poesía desesperada,
sigilosa,
carnicera.
Está escrito que esta poesía mía
dará golpes de plena sangre en los versos,
y así sea
su lírica latente,
y así sea
su pulso recóndito
soltado al viento de la llanura,
bajo este cielo del Sur
incrustado de agonías y desamparos,
que no dejarán de arder allá arriba.



Los pasos ciegos

En memoria de César Vallejo.

Caminar con pena durante horas,
tragando mucho aire envilecido y doliente
al mismo tiempo.

Caminar con rumbo ciego.

Caminar y caminar durante horas enteras,
con una pena de médula y de osamenta.
Dar miles de pasos tristes en el paseo.
Caminar por inercia.
Caminar en círculos.
Caminar en línea recta.
Volver sobre los pasos.

Salir a las bocacalles.
Entrar a los bandejones.
Detenerse en las esquinas.
Girar sobre los talones entristecidos.
Seguir la marcha hasta el cansancio.

Caminar para matar el tiempo del llanto.
Caminar ensombrecido hasta los huesos.
Caminar de rumiante y de siniestro.
Caminar de luto y de asesino.

Caminar,
Caminar con pena durante horas,
en solitario,
sin Dios ni ley.



Pavel Oyarzún nació en Punta Arenas el 3 de febrero de 1963. Autor de "La cacería" (1989); "La jauría desquiciada" (1993); "La luna no tiene luz propia" (1994); "Antología insurgente, la nueva poesía magallánica" (1998); "Patagonia, la memoria y el viento" (1999); "In memoriam" (2002); "El paso del diablo" (2004).
 

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Maravilloso. David

Anónimo dijo...

Impresionante!. Soledad.

La Moro dijo...

Es dable ver en los textos de Pavel Oyarzún puntos de relación con la poética de Martí; versos sencillos, pero no “simples”, de una profunda humanidad en íntimo contacto con las vivencias diarias en las que el pueblo puede identificarse. No se busca construir la imagen de un poeta que declama desde el atrio, lejano. La poesía de Pavel es una “poesía atenta”.
“A Rimbaud” rescata de la vida del francés no el gesto rebelde del poeta maldito a la sociedad burguesa, sino la esencia misma de su maldición, que pesa tanto o más en la soledad real y simbólica del destierro y la enfermedad. “Poseído por la santa fiebre”, “no hay paz para su alma”: el lenguaje de lo religioso en la expresión más pagana de la literatura universal; se yergue entonces la religiosidad de la poesía, religiosidad de un cosmos cuyo epicentro es el poeta, que es dios, un dios maldito, enfermo y errante, que busca la infértil ruta hacia ningún lugar (“Partir es delirio; llegar es abismo”).
¿Y “Negación del Sur”? Maravillosa. En especial, en este gesto contestatario de borrar límites geográficos y políticos para crear un espacio que reúna y oficie de escenario a quienes conciban, como él, la necesidad de una literatura que grite cuando sea ello necesario.
Un autor para ser aplaudido de pie. Me gusta muchísimo.