lunes, 26 de octubre de 2009
Silva Natalia
Ni Luto
Arriba de mi cadáver,
No me velaste, ni me lloraste,
Ni me enterraste...
¡Ni una florcita me pusiste!
Arriba de mi cadáver,
Con la sangre y la carne
Todavía calientes,
Con los ojos abiertos.
Sin que te importe
Remotamente mi memoria,
Arriba de mi cadáver,
Sin una lagrima, sin un adiós,
Sin un recuerdo.
Sin siquiera tiempo
Para reconocer:
‘Uy, te moriste...’
Arriba, sí, con los ojos abiertos,
De par en par, con los ojos,
Por donde se me escapa el alma,
Con los ojos, que te lloraron te amo,
Con esos mismos ojos...
Que siguen abiertos
En mi cuerpo inerte, aún caliente,
Aún paciente, esos ojos...
Ya te ven con otra.
Sol
Un broche de cortina
Apenas sostiene el amanecer
Que se estrena.
La última estrella
Titila, el primer pájaro canta.
Hoy un nuevo día.
Hoy una noche vieja.
No caigamos en la redundancia
De ‘’el sol asoma por la ventana’’.
La sábana por acá,
La frazada por allá,
¿Qué pulpo dibujo un Picasso en esta cama?
Que abre los ojos, que se hace el dormido.
Y el reloj maldito, como siempre
No da respiro.
Los libros revueltos, la luz apagada.
Pero ya es de día, se hace tarde.
En cinco minutos,
No vale la pena soñar más nada.
Nada
Nada nada,
Por nada,
Por la nada misma,
Nada por nada
Nada de nada
Nada hacía nada
Hace nada.
Nada.
A veces, nada.
Todo es nada
Nadas.
Nada toca,
Nada dice,
Nada siente.
Nada.
Nada desde nada.
Nada se mueve,
Nada con nada.
¡Te juro, Nada!
Nada, nada, nada.
Vacío, silencio, abismo.
Casi nada.
Cuento N* 6
Juan se hallaba a punto de terminar la licenciatura en biotecnología. Esperaba obtener un buen resultado en el último examen, ya que a sus 27 años había perdido mucho tiempo rindiendo recuperatorios y recursando materias...
¿QUÉÉ?-
¿Quién escribió eso?- preguntó la narradora, confundida.
¡Yo! ¡Juan!-
¿Juan?-
Sí, Juan. Y a partir de ahora, para vos y para todos los lectores, soy Juan Cruz, ¿ok?-
Como digas, Juan Cruz- expresó la narradora, sin entender cómo su personaje se atrevía a tratarla de esa forma. Continuó con su relato...
Juan Cruz no tenía novia desde que había comenzado a estudiar en la universidad. La verdad, es que no gozaba de la mejor de las suertes con las chicas...
¡Espera, espera! Como se nota que todavía no me describiste ¿eh? ¡Yo tengo un levante! Las minas no pueden conciliar el sueño después de verme en la calle...-
Juan Cruz tenía novia hacía 3 semanas -¿Te gusta más así?-
Sí. Agrega que se parecía a Pampita.-
Se llamaba Julieta y era la viva imagen de Pampita.
Muy bien.
Luego de estas irrespetuosas intromisiones de su personaje, la narradora continuó comentando que Juan Cruz amaba su trabajo como electricista.
¡Hey! Esperen un minuto, narradora, corrector, editor, lectores... ¿Me parece a mí o soy estudiante de biotecnología y electricista? ¡Paren el cuento, me quiero bajar!-
Sí... desde que eras un colegial te gustaba la biología y como tu papá es electricista, pasaste tus 27 años fascinado entre interruptores y cables...-
¿27 años? ¿27 AÑOS? ¡NO! Estas re- equivocada! 20 añitos, soy DJ y estudio organización de eventos.-
¿Te vas a dedicar a magullar mi obra? ¡A partir de ahora no voy a tolerar una interrupción más!-
Juan Cruz, de 20 años, DJ, estudiante de organización de eventos y novio de Julieta hacía tres semanas, se subió al colectivo...
Auto.-
Colectivo.-
Auto. Un BMW.-
Ni loca te dejo manejar un BMW. Andas en un Fiat Uno y te callas la boca.-
No me podes callar la boca, sos más chica que yo.-
¿Y vos como sabes eso?-
¿Te olvidaste que habito tu mente? ¡Oh! Pero ¿Qué veo acá? ¿Así que te gustaba Pablito Ruiz cuando eras chica? ¡Mira las cosas que uno se entera por habitar la mente de otro!
¡¡¡CALLATE!!! ¡Intento enterrar mi pasado como fan de Pablito Ruiz y vos lo sacas a la luz y se lo contas a todo el mundo!-
¿Y qué haces vos con mi vida? ¿eh?-
La relato.-
¿Con qué derecho? ¿Qué crees? ¿Que a nosotros nos gusta que sepan acerca de nuestras vidas, nuestros sentimientos, nuestros problemas? ¡Oh! ¡Traidora! Se lo que estas a punto de hacer...¡no te atrevas!-
La narradora, cansada de su personaje, escribió:
Juan Cruz, de 20 años, DJ, novio de Julieta hacía 3 semanas y estudiante de organización de eventos, quien no le gusta que narren su vida, se accidentó fatalmente manejando su Fiat Uno, mientras discutía con la narradora de este cuento.
FIN
Carrera
‘’Están en sus marcas, la gente vitorea por sus favoritos, a punto de comenzar la carrera y... ¡Largaron! .El número 10 tuvo problemas en el arranque, pero inmediatamente tomó velocidad. Lleva la delantera el 25, zigzagueando. La pista es muy larga y una de las más difíciles del mundo. El 25, modelo 1993, pierde la punta, ahora dominada por los destellos dorados del 10, que increíblemente superó a todos sus contrincantes para postularse como uno de los preferidos en este hermoso día de verano. ¡Qué extraño que el 50 no alcance a estar entre los primeros! Se viene una curva muy cerrada... El público contiene la respiración ¡NO! Lamentablemente el número 10 sale despedido como un trompo, al ser tocado por uno de sus oponentes. Acaba de chocar contra la valla de seguridad. Quedó boca arriba. La gente exclama, pregunta... inmediatamente, paramédicos se acercan al lugar... Está ileso, por suerte, pero fuera de carrera ¡Que se pone cada vez más emocionante, amigos! Queda la última vuelta... se acercan a la meta... en la punta van el 50 y el 25, solo separados por unos centímetros de distancia, pero ¡Oh! Se adelanta vigorosamente el número 1, tercero en esta competición , ya casi llega ¡Ha pasado al 25! Y sí, señoras y señores, los laureles del primer lugar se tiñen de dorado y plateado, el 1 consiguió la victoria’’.
El relato del niño termina cuando las tres monedas se encuentran con el escalón del pasillo y quedan esparcidas en el suelo. La de 10 centavos se halla ya en su mano cuando las levanta del piso y retrocede dos metros para comenzar otra carrera.
La Vela
Velas que se encienden, oscuros secretos que se sumergen en un manto infinito y claro, como la cera, como la cera de la vela prendida, dura su llama maldita que juega con el aire y el misterioso fuego que empapa de emoción e intriga la noche funesta de un anciano bebedor, sentado al lado de la mesa, con su botella vacía, (pero llena de culpas), que se pregunta cuándo saldrá el sol para apagar esa horrible candela, abrir la cortina y poder ver por fin la habitación, para decidir, así, donde enterrar a su esposa, sentada muerta, dura y real como la cera que se derrite con ella, al lado de la mesa justo enfrente de él, con los ojos fijos, apenas tapada por el velo blanco del humo de la llama.
Natalia nació un 3 de abril de 1987 en Buenos Aires. Esquelense por adopción, estudia en el Profesorado en la misma ciudad chubutense, y sus textos están , por el momento ,absolutamente inéditos
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