lunes, 4 de octubre de 2010

Albornoz Avila Aníbal



MADRIGAL DE LA NIEVE OSCURA

En la casa del minero muerto
su ropa huérfana tiene un silencio de maderas.

En los pliegues de una camisa,
la luz, en su porfía, desabriga
para siempre una llaga
de alma rota;
y desde su bufanda, de gris viejo,
cuelga una melancolía de lana
sin aliento.

(La ropa siempre es un desconsuelo en la casa
de un hombre que ya no llegará con sus pasos).

En una puerta, al fondo del silencio,
en donde los zapatos aún tienen su nieve,
y los abrigos del perchero
cobijan desamparos,
un recuerdo, como una palabra efímera,
despierta en una foto:

¡Una fiesta y corderos entre el fuego,
y árboles y mineros y tréboles
y diciembre, de algún año!

Nada más que eso. Nada más.
Y la inclemencia.

Sobre las ventanas de la intemperie nevada,
el viento bestial tiene el instinto del fuego
cuando va hacia su ceniza,
y poco a poco,
aquí y allá,
muere entre la noche y los techos,
como un blanco animal que abarca
el cielo.

En la casa, en una habitación trémula,
un pañuelo es un adiós en un bolsillo,
y una lámpara añeja bosteza
una oscuridad irremediable entre una cama
y el espeso maderal de los postigos.

La angustia del metal de un caño, como un deudo
de las cosas, deja oír en el silencio
la obstinación abismal
de una gota de agua
cayendo y
cayendo en la cocina;
agua que será de ahí en más una lágrima
insistente en el litoral de los sollozos.

Hasta que un día de cualquier tiempo,
alguien, en esa casa, nombrará
al hombre muerto,
y, desde entonces, incesante,
como un credo, el recuerdo habitará
la nostalgia para siempre.

En los pueblos de la cuenca, por los deshojados
pañuelos de los vientos,
llora la noche conmovida.

Nada más que eso. Nada más.
Y la tristeza.


AGUACERO
DEL TRISTE

Sabiendo estoy que me moja
el agüita de sus ojos
que es la ternura de su alma
lloviendo según su antojo.

Me llueven sus lagrimitas,
que mojan como el rocío,
cuando llora o cuando canta
tiene maneras del río.

Yo soy por ser ese triste,
el triste de su aguacero,
sus ojos de estar mirando
me mojan como el sereno.

Un ramillete de estrellas
de la noche le he cortado,
para que riegue con luz
el agua que me ha llorado.

Su canto de otoño trino,
es sacramento y pureza,
mi cantora llorocita
lava su agua mi tristeza.

Letra: Aníbal Albornoz Avila
Música: Mario Díaz


AROMA DE LA PERDURACIÒN

¿y qué es el mito?
¿Acaso es la piedra que habla?
¿Será la usanza del barro?
¿Es un sueño de guardar?
¿Qué es?
¿Es la raza del grano que habla
en las alturas?
¿Los rostros del tiempo?
¿Un polen?
¿Un sol a decir basta?
¿Una luna a mitad del corazón?
¿Las estrellas en el menguante
del rocío?
¿Qué será? Me aparezco preguntando,
con los siglos creciendo a mis espaldas.
¿Acaso es el tiempo de la eternidad
a voluntad de un pueblo?
¿Es el agua de la oralidad?
¿El mineral?
¿Será la morada de la aurora?
¿El cántaro de la sombra húmeda?
¿Una comida en la vida de la mesa?
¿Qué será?
¿Será acaso la obsidiana?
¿La madera del tarko?
¿Será un río?
¿La siembra?
¿La aridez?
¿Una siesta con sombrero?
¿Acaso el cereal decapitado?
¿Un volcán?
¿Una montaña acaso?
¿Qué es? Me aparezco preguntando.
Y lo que se sepultó en el viento,
animal y anchura, me dice:
¡Divinidades!

Es entonces que me aprieto el alma
con el aroma de la perduración.


DORMIR EN TIERRA

¡Cuánto miedo le tenías a la muerte,
padre mío!

Para no asustarte digo que duermes, mientras la tierra
te espera en su profundidad
humeante; y todos mis ojos pudren,
con un lento río de tristeza,
la madera oscura que angustia tu ropa,
y tus negros zapatos.

Padre, apago mis lágrimas
para que no te espantes todavía,
y escondo de igual modo mi corazón y mi boca,
para que no se desate la memoria del recuerdo
y se eche a andar el llanto de tu almohada.

Digo que duermes, padrecito (y hago silencio),
para que pienses que después amanece,
para que creas que a las cinco del alba,
y de la nieve, partirás a tu trabajo,
caminando la escarcha.

Padre,
los mineros del carbón pasan y te miran,
miran como has perdido tu sombra lenta,
y miran el asombro, boca arriba, de tus huesos
callados;
y miran, hondamente, el clima de tu rostro
en su definitiva ausencia.

El río del pueblo sube y descalza sus meandros,
y sus peces turbios, para que no te sobresaltes,
padre mío.

El cielo, padre, sube hasta tus cabellos
y mata el tiempo mirando tu corbata,
mientras el bosque deja caer una triste corteza
que amortaja tus sueños a lo largo y pena
de tu distancia de hombre.

Padre mío,
para que no te asustes digo que sueñas.
Sobran motivos para decir que duermes
Largamente.







EL PELIGROSO VALOR DE LA CONCIENCIA
Críticas
MILLER, Arthur
Teatro
-La muerte de un viajante-
Compañía Gral. Fabril Editora
Pp.141-233


En la didascalia escénica inicial, Arthur Miller escribe: “Se oye una melodía tocada en flauta, es una música leve y fina que habla de hierba, de árboles, de horizontes”. Y todo pareciera, en ese entonces contemporáneo a la lectura, que en la casa del viajante Willy Loman, el protagonista de esta memorable obra teatral, ese horizonte y esa música descriptiva no anuncian la tormenta posterior, esto es en la metáfora ficcional o en el supuesto subyacente de la intencionalidad estética e ideológica que pone a jugar la trama. Allí vemos que el acto ficcional rompe con las reglas de una realidad casi monolítica, es decir la normativa del establishmen. Simplemente porque echa por tierra elementos propagandísticos caro a la política norteamericana, escenario epicéntrico del texto.
Es decir que entre los gestos de evidente blasfemia está el pronunciamiento de un final “no muy feliz” o, en su peor alteración, el consolidar una mirada crítica a los sagrados designios de futuros brillantes otorgados en términos generales, por una sociedad supuestamente paradisíaca, de promovidos destinos manifiestos. Pero, claro es que no es nueva esta evaluación dispéptica; si esto ocurrió en la década del 50, más cercano en el tiempo sucedió con el sopesamiento en la mirada declarativa de la serie televisiva “Los Simpson”: en aquel tiempo florecía el macarthismo y más acá la ortodoxia Bush. Es decir la conciencia en una noción de administración de orden subalterno.
Este drama de un viajante de comercio que encuentra su primera muerte, y quizá la más significativa, en la frustración y sus días aciagos de espera de una esperanza de repartición mezquina e ilusoria, que criticada hace despertar en espanto a un estado acusador, obliga responder a Miller: “...un escritor (...) crea a base del material que le brinda su percepción final...”
Es cierto, Miller y Loman, autor y personaje, sacrifican el poder, el éxito y sus símbolos innumerables. El primero consustanciado de una lectura agudísima de la realidad, solo refutable por fuerzas de antinomias o dogmas; y el restante, el personaje, sucedáneo quizás de sus mismos espectadores, agota esos símbolos en la urgencia de perseguirlos, dejando en su sacrificio (el de la muerte), un rastro de desafío inconsciente.
La muerte de un viajante, de Miller, autor de las obras Todos hijos mío; Las brujas de Salem; Panorama desde el puente, etc., procesa la coacción expulsante de un sistema que “nomina” al que fracasa en ese entendimiento de “éxito” (dinero, estatus, etc), y a partir de esa contingencia el individuo “deja de ser”, más allá de sus valores esenciales.
Loman no roba el fuego a los dioses como Prometeo, ni sueña como Espartaco, él solamente se inclina hacia su catástrofe por una ciega obediencia internalizada. Miller comenta: “ No soy abogado de Loman (...) hablo de los valores que perduran”. Allí se expresa la victoria del pensamiento, sencillamente porque se señala una realidad tangible que ficcionada o no, tiene en sí una verdad intrínsecamente invariable que la historiografía sabrá, como este texto teatral, medir consecuentemente en un futuro.



EL VINO ES UNA MÚSICA ÍNTIMA

Rubaiyat
Omar-al-Khayyam
Prólogo de Rubén Darío
Pág. 183
Osvaldo R. Sánchez Teruelo
Buenos Aires

El árbol ya nació, el fruto conserva la tierra y el sol y un cielo inmenso, elogio de la perduración. Bajo ese cielo desde un tiempo que pareciera de ayer o de mañana crece el canto imperecedero de Omar Kayyam, el persa, celebrando la vida desde el vino más puro, más báquico o más sagrado.
El canto es una iluminación que trasciende cualquier siglo con su delectación estética, porque el espíritu de los hombres viene y va cantando, en una marcha de coral de corazones ineluctables, certezas como estas: “Una jarra de vino y los labios de la amada, han gastado mi dinero y arruinado tu crédito, toda la raza humana está comprometida al cielo o al infierno, pero ¿quién fue jamás al cielo? ¿quién jamás vino del infierno?”
Los manuscritos de Kayyam escritos en la ciudad de Nishapur, en una región del Irán, finca ese capital lírico de celebración al vino, como no se ha escrito jamás en otro testimonio. Su síntesis profesa la perplejidad de los dioses, sin embargo a cada trago en que se escancia el jugo, los dioses embriagan su alegría sin más, y cantan a Kayyam con recuerdos indelebles.
Las Rubaiyat, son sentencias estróficas, cuartetas líricas, en algunos casos con un ligero panteísmo, que desoye áridas filosofías y refugios dogmáticos de existencia. Dice nuestro Kayyam, en un canto grave, alucinado: “El día que yo no exista y estéis todos reunidos gozando de los encantos de la amistad (...) llenad las copas hasta la última gota” o, también: ...lavad con vino mi cuerpo inerte y haced con las maderas de la viña las tapas de mi féretro.”
Omar-al-Khayyam murió entre los años 1111 y 1135, y el consuelo desde entonces es sentir que sus cuartetas estuvieran en el tiempo como el tiempo mismo, y que se citara una y mil veces, aquí y allá, como en aquella zamba argentina “Padre del Carnaval” en donde se dice “...que lindo si Omar, el persa, por ahí te hubiera hallao (...) cuanta poesía nos hubiera soltao...”
Los hermosos versos de Rubaiyat con sangre y canto de un bardo inevitablemente imperfecto, desborda el vino de la vida y redime hasta aquella sentencia sabia del poeta catamarqueño Luís Franco, cuando decía que “el vino es para todos, menos para los borrachos”. Yo los veo sentados a estos poetas en una mesa tosca de taberna, de jarras terrenales, haciendo un lugar al poeta Háfiz, a Tejada Gómez, mientras Baco con un tonelete de servidor canta un himno de embriagada danza.
Las Rubaiyat, esas estancias formadas por cuatro versos, en donde las dos primeras líneas riman con la cuarta, dejando la tercera libre, seguirán llenando los vasos de la eternidad en una preocupación tributaria y única, esta es la de la celebración del alma.

Aníbal Albornoz Ávila, poeta, dramaturgo y crítico literario residente en la provincia de Santa Cruz, casado con la cantante catamarqueña Sandra Warmy Sosa de cuyo matrimonio nacieron Facundo Nahuel y Lautaro Iván, ambos catamarqueños. Reside en 28 de Noviembre, departamento Güer Aike, provincia de Santa Cruz “desde la infancia" de la localidad
Estudios de teoría y composición literaria, con el maestro JUAN BAUTISTA ZALAZAR, poeta, ensayista, 1980, 1982,1983, Catamarca.
Taller de Lengua, con el profesor FEDERICO PAIS,(Miembro de Número de la Academia argentina de Letra 1982, Catamarca.
Estudios de Dramaturgia, Dirección y Puesta en escena con el maestro MIGUEL IRIARTE, (actor, director y dramaturgo), 2003, Córdoba, (Beca Instituto Nacional del Teatro).
Es autor de los libros Aguacero del Triste, Pájaros con Ojos de Vidala (poesía), Aguas de Lavar Almas, El Maridaje de Ivanikha Gorkí(inédito), El Carpintero de Hiroshima (inédito),Las Amanecidas del Fiordo Caupolicán y Óleo de una flor torrentosa (teatro.inédito), Las Probanzas de los sueños rústicos (Relatos de mitos de los Valles Calchaquí)-inédito-, y del Cantoral calchaquí sobre lo divino y lo humano.(cantata).
Ha dirigido el elenco estable de la UART- (Unidad Académica Río Turbio) de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, como dramaturgo, puestista y director.
Ha creado, con letras de su autoría, canciones con músicos de este país como Raúl Carnota, Eduardo Guajardo, Ramón Navarro (h), Rubén Cruz, Mario Díaz, Marcelo Gaibizo y otros músicos del cancionero nacional.
Sus poemas han sido incluidos en diversas antologías poéticas, tales como la antología latinoamericana Esta canto es América; Antología de poetas argentinos (Edición de la Biblioteca Nacional) y otras antologías provinciales.
Las canciones de su autoría han sido grabadas por Juan Iñaki, Eduardo Guajardo, Laura Albarracín, Sylvia Zabzuck, Grupo vocal Aguablanca, y otros intérpretes argentinos.
Entre algunos de los premios recibidos en su trayectoria artística se encuentran:

· Premio Certamen Literario Unca (Universidad Nacional de Catamarca), Editorial Universitaria (cuento-poesía), 1986.
· Distinción de radio municipal a escritores destacados Los Suplicantes (Frecuencia Modulada Municipal), 1991, Catamarca.
· Premio concurso literario (poesía) aniversario diario El Ancasti, 1993, Catamarca.
· Premio concurso literario (narrativa) aniversario diario El Ancasti, 1993.
· Mención Especial “Los Personajes del Año”, 1994, Catamarca.
· Premio Fundación Banco Cooperativo de Caseros (cuento), 1995, Buenos Aires.
· Mención Especial BARADERO 2001 (poesía), Buenos Aires.
· Mención de Honor Concurso CFI (Consejo Federal de Inversiones), 2001 (cuento breve), Buenos Aires.
· Finalista provincial Canción Inédita Pre-Cosquín 2001, Catamarca.
· Premio Municipal de Literatura 2000 (teatro), Catamarca.
· 2do. Premio Regional (Región NOA) Convocatoria Cultura de La Nación, (teatro), Buenos Aires, 2000.
· Premio de Canción Inédita en el II Encuentro de Músicos Populares “Desde Nosotros” (Zamba del Ucumar” con el compositor R. Navarro (h)-“Zamba para don Clero” con el compositor Eduardo Sosa) Unquillo, Córdoba, 2003.
· Mención Premio Gustavo “Cuchi” Leguizamón (Fondo Nacional de las Artes) “Zamba del Ucumar”, Buenos Aires, 2004.
· Mención Premio Gustavo “Cuchi” Leguizamón (Fondo Nacional de las Artes) “Vidala, Madre del Agua”, Buenos Aires, 2004.
· 2do. Premio Certamen Regional “Bernardo Canal Feijoó” (auspicios del Instituto Nacional del Teatro) con la obra teatral “El Maridaje de Ivanikha Gorki”. Tucumán, 2004.
· Premio Certamen R. “Bernardo Canal Feijoo” (con auspicio del Instituto Nacional del Teatro) con la obra teatral “Las Amanecidas del Fiordo Caupolicán”, Tucumán, 2005.
· 1er. Premio de “2ª Concurso de poesía Ilustrada 2005-Río Turbio rescatando la memoria”, Río Turbio, pcia. de Santa Cruz.
· 1er. Y 3er. Premio provincial de poesía “Derribando Muros”, Río Turbio, Santa Cruz, 2006
· 1er. Premio “2do. Concurso de poesía ilustrada 2006-Río Turbio, rescatando la memoria”, Río turbio, pcia. de Santa Cruz.
· 2do y 3er. Premio “3er. Concurso de poesía lustrada 2007-Río Turbio, Rescatando la memoria”, Santa Cruz.
· Premio en video con el tema de su autoría El gato del ovillo, del disco De coplas al viento, Buenos Aires, 2007.

Ha publicado como crítico literario en la revista El ojo en la tinta y el diario La Opinión Austral los siguientes artículos:
§ “ Los mortales confesos” sobre el texto Borges-Bioy de Rodolfo Braceli, Edit. Sudamericana, págs. 243.
§ “Plata convertida en oro”, sobre el texto Plata Quemada de Ricardo Piglia, edit. Planeta.
§ “Roberto Arlt, una batalla” sobre el texto Roberto Arlt, el torturado de Raúl Larra, con prólogo de Jorge laforgue, edit. Ameghino, págs. 189.
§ “Poemas con abrazos” sobre el texto El círculo de fuego de Claudio Sesín, págs. 68.
§ “Un pensamiento triste que se baila”, sobre el texto Cuentos con tangos de Pedro Orgambide, edit. Ameghino, págs. 189.
§ “Informe de la obsesión”, sobre el texto Informe sobre ciegos de Ernesto Sábato, Centro editor de América latina, págs. 132.
§ “Permanencia de almas y caminos”, sobre el texto Fragmentos de mi diario de Máximo Gorki, Planeta, págs. 277.

Onetti, el orfebre”, sobre el libro Cuando entonces de Juan Carlos Onetti, edit. Sudamericana, págs. 93.
“El vino es una música íntima” sobre el libro Rubaiyat de Omar-al-Khayyam, edit. Osvaldo R. Sánchez Teruelo, págs. 183.
“Cartas terrestres”, sobre el libro Los oficios terrestres de Rodolfo Walsh, edit. Ediciones De la flor, págs. 99.
“Un camino infinito”, sobre el libro Voces, edit. Hachette, págs. 102.
“Aparcería de guitarra y vida”, sobre el libro Ridiculum vital de Juan Falú, Edit. Colección letra y voz Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Tucumán, págs. 180.
“El Tahuantisuyo de la raza inagotable”, sobre el libro Las sendas del Llastay de Joselín Cerda Rodríguez, edit. Alción Editora, págs. 117.
“El alma del paisaje”, sobre el libro Diccionario de árboles y yuyos en el folklore argentino de Carlos Villafuerte, Editorial Plus Ultra, págs. 184.
“Pensamientos de pájaros”, sobre el libro Historia de pájaros de Javier Villafañe, Edit. Emecé, págs. 127.
“Conversaciones con el fuego” sobre el libro Fuegos en el suelo S. Yemot, ediciones Amaru.
“Ceniza póstuma” sobre el libro Piedrapalabra de Julio J. Leite, edit. El rey tuerto, págs. 89.
“Calendario de Devoción”, sobre el libro fiestas y celebraciones de la República Argentina de Félix Coluccio, edit. Plus Ultra.
“el mundo más visible” sobre el libro Garabombo, El invisible de Manuel Scorza, edit. Plaza & Janés, pags. 250.
“Poemas para usar”, sobre el libro Allpacuna de Pacho Urquiza, edit. Círculo obrero editor.
“De escénicas y partidas” sobre el libro De escénicas y partidas de Alejandro Finzi, Inteatro editorial, págs. 138.
“Una herida eterna”, sobre el libro Poesía de Miguel Hernández, Editores mexicanos unidos S.A., págs. 175.
“Ceremonial de la amistad”, sobre el libro Los referentes (una historia de amistad) de Hamlet Lima Quintana, edit. Torres Agüero editor, págs. 162.
“Un lugar propio en el sol”, sobre el libro La colonización cultural de la América indígena de Adolfo Colombres, Ediciones del sol, págs. 252.
“Noticias para los sueños de algunos hombres”, sobre el libro Ardiente paciencia de Antonio Skármeta, edit. Sudamericana (Plaza & Janés), págs. 154.
“Artesana de luz”, sobre el libro De adioses y distancias de María Elena Barrionuevo, Editorial universitaria de Catamarca, págs. 64.
“Corazón memorioso”, sobre el libro Concierto de amor para piano y armónica de César. A. Vera Ance, Edit. Sarquis, págs. 173.
“El canto y la poesía de La rioja o la memoria de la flor del aire”, sobre el libro El libro de la cantata riojana de Héctor David Gatica, Ediciones independientes, págs. 167
“Mujeres que lloran a carcajadas”, sobre el libro Para quien se atreva a lanzar la primera piedra de Dinko Pavlov, Mosquito comunicaciones, Impreso en Chile/ printed in Chile.
“Cantos de cielo perdurable”, sobre el libro Canciones populares de La Rioja de Pablo H. Pugliese-Alfredo Romero, Agencia periodística CID, Diario del viajero, págs. 87.
“Por orden de aparición”, sobre el libro América viva-Compilación de Iosu Perales, Editorial Revolución S.A.F., págs. 121.
“El cronista de las leguas”, sobre el libro Memoria de los Llanos (poesía), edición 12-Los fundadores del olvido de Héctor D. Gatica, págs. 265.
“El heraldo célico”, sobre el libro El señorío célico de la América criollo de Migó A. Garriga, págs. 50.
“Territorios del cielo”, sobre el libro todo el cielo de Domingo Bordón, págs. 25.
“La sagrada temporalidad”, sobre el libro el hombre que esta solo y espera de Raúl Scalabrini Ortiz, Editorial Plus ultra, págs. 157.
“Los trabajos y los días”, sobre el libro Revisión de los griegos de Luís Franco, Editorial Americalee (biblioteca de cultura social), págs. 149.
“El sentido de los cuerpos”, sobre el libro alas de isla de Mairym Cruz-Bernall, editorial Oveja Negra, págs. 131.
“Informe de la obsesión”, sobre el libro Informe sobre ciego de Ernesto Sábato, Centro editor de América latina, págs. 132.
“Conjetural”, sobre el libro La trama final de Luís Fermando, Iriarte ediciones.
“¡A escena”, sobre el libro El entrenamiento del instrumento actoral-El teatro como filosofía práctica de Alberto Rúbeinsten y Gustavo Manzanal, Instituto Nacional del Teatro.
“Arcilla continental”, sobre el libro manual de la cerámica indígena de Antonio Serrano, Ediciones Assandri, págs. 200.
“Épica de luchadores”, sobre el libro El paso del diablo de Pavel Oyarzún Díaz, Lom ediciones, págs. 109.
“Permanencia de almas y caminos”, sobre el libro Fragmentos de mi diario de Máximo Gorki, Editorial Planeta, págs, 277.
“Pronunciamiento del corazón”, sobre el libro Cartas a Nenette de Atahualpa Yupanqui (compilado por Víctor Pintos), Edit. Sudamericana, págs. 331.
“Memorial de un sentidor”, sobre el libro Memoria terrestre de Jorge Calvetti –antología general- Torres Agüero Editor, págs. 139.
“Epitafio de la alegría”, sobre el libro Poemas & antipoemas de Nicanor Parra, Editorial universitaria, colección premios nacionales, págs. 108.
“Lenguaje del alumbramiento”, sobre el libro La luz en el teatro (Manual de iluminación) colección pedagógica teatral de Eli Sirlin, Inteatro editorial, págs. 353.
“El fulgor del recuerdo”, sobre el libro In memoriam (poesía) de Pavel Oyarzún.
“Un camino infinito”, sobre el libro Voces de Antonio Porchia, edit. Hachette.
“juglaría de las distancias”, sobre el libro Bajo estado de sangre de Armando Tejada Gómez, Torres Agüero editor, págs. 108.
“Un idioma dentro del idioma”, sobre el libro Dios era olvido de Armando Tejada Gómez, Edit. Albia literaria (Premio Villa de Bilbao), págs. 210.
“Escenas cotidianas”, sobre el libro Teatro - Crónica de un secuestro- El invitado- Equinoccio de Mario Diament, edit. Fraterna, págs. 185.
“El peligroso valor de la conciencia”, sobre el libro La muerte de un viajante de Arthur Millar, compañía Gral. Fabril editora, Pp. 141-233.
“Las voces del silencio”, sobre el libro Catamarca, del atrio al veredón (Las marchas del silencio en Catamarca) de Elsa del Carmen Ponce, Universitario libro-Jorge Sarmiento editor, págs. 169.
“Un espejo que no se empaña”, sobre el libro llamadas telefónicas de Roberto Bolaños, Editorial Anagrama, Barcelona, págs. 175.
“Códice del canto vital”, sobre el libro A solas con el “Cuchi” Leguizamón de Humberto Echurre, págs. 163.
“Pueblos de ausencia”, sobre el libro El hombre que llegó a un pueblo de Héctor Tizón, Edit. Alfaguara, págs. 133.
“Acopio de memorias”, sobre el libro Asi es mi tierra de Suna Rocha, Ameghino editora, págs. 175.
“Diario de un mundo”, sobre el libro Narrar después de Tununa Mercado, Beatriz Viterbo editora, Biblioteca el escribiente, págs. 254.